A partir del 2007, todo vacuno nacido en el territorio nacional deberá ser identificado individualmente con un sistema de doble caravana, con una tarjeta en la oreja izquierda y un botón en la derecha, y estos animales se alistarán bajo una clave única de identificación ganadera, a nombre de empresas o personas.
Existen críticas a este nuevo sistema por los tiempos exiguos para su aplicación y por el trabajo extra que se deberá realizar, y esto es, sin dudas, indiscutible.
De todos modos, no hay que perder de vista las ventajas y beneficios que puede ofrecer un sistema de identificación como el propuesto por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) a la industria ganadera.
Por un lado, se reafirma la seguridad sanitaria del rodeo y quita de un plumazo el doble estándar que existe para el mercado interno del externo.
Claro que como todo ser vivo los animales se enfermarán, pero se controlará con mayor eficacia cualquier alerta sanitario de cualquier índole que pueda surgir.
La sanidad, en el mundo de hoy, siempre será el mejor pasaporte para vender nuestra carne, y no serán vanos los esfuerzos que se realicen para ofrecer seguridad total, sin medias tintas, y colocar al rodeo nacional con la más alta jerarquía.
Por otro lado, cabe destacar la seguridad y confianza que representa a la hora de hacer negocios el tener la certeza de que no se cambia gato por liebre. Este punto para inversores externos al sector y entidades financieras será de gran atracción si el sistema se afirma correctamente.
Capitalizaciones de hacienda, pools ganaderos, compañías de seguros, créditos bancarios y warranteras florecerían en esta actividad que es segura en el marco de las inversiones del campo.
Cada animal, tendrá el valor agregado de ser un bien de garantía y si existen, como afirma la Secretaría de Agricultura, Ganadería Pesca y Alimentos, (Sagpya) de la Nación 148.338 ganaderos con menos de 250 cabezas, la producción de animales y de carne podría ser explosiva y formidable.
Supongamos que 30% de estos productores hoy difícilmente accedan a un crédito, y obtengan uno prendando 50 de sus animales por un valor de $20.000 para hacer pasturas fertilizadas y promocionar campos naturales. Esta inversión, grosso modo, puede representar más de 3 millones de hectáreas mejoradas que produzcan el doble o más de lo que actualmente producen.
No hace falte hacer números finos, sólo hay que ver a simple vista los miles de pequeños productores que saben hacer este trabajo de bajo riesgo en forma eficiente y que seguramente no serán los únicos en usar sus animales de garantía a la hora de financiar su trabajo.
Diego Casá
Director de RIA Consultores
Especial para Infocampo
