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Clima, precios y política, ¿Cuál es el orden?

“Nunca vi, en todos mis años de productor, que los trigos se estén marchitando por la seca”, decía esta semana un colega ingeniero agrónomo de la zona núcleo. Se comenta incluso que algunos lotes del cereal ya dados por perdidos, se fumigaron con glifosato, para ir a una soja temprana y aunque sea ganar unos... Read more »

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“Nunca vi, en todos mis años de productor, que los trigos se estén marchitando por la seca”, decía esta semana un colega ingeniero agrónomo de la zona núcleo.

Se comenta incluso que algunos lotes del cereal ya dados por perdidos, se fumigaron con glifosato, para ir a una soja temprana y aunque sea ganar unos quintales más de la oleaginosa.

Otros versiones indican que se han hecho rollos con los lotes de trigo o se ha soltado hacienda. Excepto en el sudeste y alguna franja del sudoeste (de Bahía Blanca a Pringles), aseguran quienes recorren el paisaje pampeano que el panorama del cereal es desolador.

Por otro lado, la falta de agua está complicando seriamente el arranque de la campaña maicera. En la núcleo tendría que haber una buena lluvia para poder sembrar un maíz, que no puede extenderse más allá de octubre.

En la medida que no llueva como para recargar el perfil, las decisiones se irán postergando, apostando las últimas fichas a la soja.

Después viene el tema precios de los granos y márgenes. Los primeros se desinflaron luego del pico que hubo durante el conflicto del campo, y del cual no se pudo sacar provecho.

El mercado de maíz se cerró y los precios que informa la Bolsa de Cereales sobre el disponible van camino a acercarse a los existentes un año atrás. Sin embargo, los costos de producción se elevaron y se habla de un rinde de indiferencia de 8.000 a 9.000 kg/ha, imposible en una campaña que viene muy seca.

Además, el cierre de la exportación carga al mercado de más incertidumbre. Queda la noble oleaginosa, que viene tratando de aguantar estoicamente un valor lo más cercano a 900 $/t posible.

Pero da la impresión de que no va a resistir mucho más. Igualmente, un solo cultivo no puede salvar a toda la agricultura argentina. Acá se monta el tema político y el malhumor generalizado con el Gobierno Nacional.

Es seria la preocupación por la ganadería, que viene en picada. “Todo empezó con el límite mínimo de faena, en marzo de 2005. Uno piensa que en algún momento tiene que parar, pero siempre se termina estando un poco peor”, comentaban este miércoles un grupo de consignatarios a la hora del almuerzo.

Las entidades vienen montadas sobre el malhumor general, sienten la presión de las bases o los autoconvocados y se aprestan para un nuevo round.

Sostienen que las reuniones terminan siendo inconducentes, aunque paralelamente solicitan el diálogo. Los objetivos detrás de las acciones y declaraciones no se perciben con claridad.

En tanto en algún momento tendrá que discutirse el tema de retenciones y rentabilidad, en un escenario de baja de precios. De hecho, con las retenciones móviles hoy el trigo y el maíz tributaría menos que con las fijas.

La pregunta es si hay un orden de prioridad para descomprimir la situación o si por el contrario todas se potencian entre sí, agravando aún más la coyuntura.

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