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Descubren el primer receptor lumínico de temperatura de las plantas

El hallazgo generaría impacto en la productividad agrícola. “Mediante la intervención de los mecanismos moleculares que regulan el sensor de temperatura”, comentó Jorge Casal, investigador del Conicet.

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Por Infocampo

Justo cuando el macrismo quiere recortar el presupuesto a la ciencia e investigación, dos trabajos argentinos fueron publicados en el mismo número de la revista “Science”, una de las dos más prestigiosas del mundo. Cabe destacar además que por primera vez en 136 años dos trabajos originales argentinos son publicados de manera simultánea, ambos procedentes de la misma institución. El logro fue de investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en sus laboratorios de la Fundación Instituto Leloir (FIL).

Uno de ellos, encabezado por el doctor Jorge Casal – investigador superior del CONICET, vicedirector del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA, CONICET-UBA) y jefe del Laboratorio de Fisiología Molecular de Plantas del Instituto Leloir- identificó por primera vez que un conocido receptor lumínico de los vegetales (fitocromo B) también actúa como sensor de temperatura, lo que amplía la precisión de la información de las condiciones ambientales que recibe la planta e influye sobre su desarrollo y crecimiento.

El hallazgo generaría impacto en la productividad agrícola. “Mediante la intervención de los mecanismos moleculares que regulan el sensor de temperatura, se podrían crear herramientas para ajustar determinados cultivos a temperaturas para las cuales no están acostumbrados”, afirma Casal.

El otro trabajo, liderado por el doctor Alejandro Schinder -investigador principal del CONICET en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires (IIBBA, CONICET – Instituto Leloir) y jefe del Laboratorio de Plasticidad Neuronal del Leloir- reveló el mecanismo por el cual las nuevas neuronas fabricadas por el cerebro adulto se “enchufan” con circuitos del hipocampo que participan del proceso de aprendizaje. La integración está mediada por un tipo particular de neuronas de asociación, las “interneuronas gabaérgicas”, y se ve favorecida por un ambiente rico en estímulos.

En el futuro, este avance podría tener aplicación en medicina. “Así como hay mecanismos que capturan a las neuronas y las incorporan a las redes neuronales del cerebro, el Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas son un fenómeno donde las neuronas se van muriendo y desconectando. En este contexto, se podría especular acerca del diseño de estrategias que ayuden a los circuitos a capturar neuronas o, al menos, a reducir la velocidad con la que se desconectan”, señala Schinder.

En un contexto en el que se discute en el Congreso un proyecto de ley del Poder Ejecutivo que plantea un recorte de fondos para el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, el doctor Schinder – quien también es presidente de la Fundación Instituto Leloir – manifiesta su preocupación: “Para que en nuestro país los científicos sigamos realizando descubrimientos que apuntan a mejorar la calidad de vida, a generar una masa crítica que contribuya a la toma de decisiones, y a fortalecer nuestra capacidad de producción de bienes con alto valor agregado, el Estado debe sostener un proyecto científico de largo plazo con inversiones sustanciales, independientemente de las situaciones coyunturales que enfrenten los sucesivos gobiernos”, afirma.

La revista “Science” se edita desde 1880 y es el órgano de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia. Junto a su par británico “Nature”, se caracteriza por publicar artículos en todos los campos de la ciencia. Sus páginas incluyeron, por ejemplo, la primera propuesta de que la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años fue causada por el impacto de un meteorito (1980); el anuncio de la exitosa técnica de PCR para “fotocopiar” genes (1985); y el aislamiento de grafeno, un material 100 veces más fuerte que el acero (2004). En 2007, recibió junto a Nature el Premio Príncipe de Asturias por impulsar y difundir “las grandes conquistas científicas de la Humanidad acercando de este modo la ciencia a la vida”.

En las últimas dos décadas, 72 trabajos originales de ciencias de la vida fueron firmados en las páginas de Science por investigadores de Argentina.

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