Los argentinos bajaron casi 6% su consumo de carne vacuna, el más apreciado de sus alimentos. En 2014, cada habitante comió en promedio 59,4 kilos, equivalentes a 162 gramos por día. Es uno de los niveles más bajos de los últimos cien años, según informó ayer la Cámara de la Industria de la Carne (CICCRA) en base a datos oficiales.
Nada tiene que ver con esta caída del consumo interno los supuestos elevados niveles de exportación, como solían argumentar tiempo atrás los funcionarios kirchneristas. Los embarques de carne siguen siendo mínimos. El año pasado alcanzaron a 193 mil toneladas, incluyendo menudencias, con lo que el negocio exportador vivió su peor tercer año de la historia: sus envíos solo fueron más bajos en 2001, por culpa de la fiebre aftosa, y en el más reciente 2012. Al extranjero solo van ahora 7 de cada 100 kilos de carne, según publicó Clarín.
Tampoco cayó el consumo interno de cortes vacunos debido a la competencia de las carnes sustitutas, básicamente la de pollo y cerdo. En el primer caso, con datos hasta noviembre, el consumo per cápita se mantenía estable en relación a 2013, en torno a 39 kilos anuales por habitante. En cuanto a la carne porcina, el crecimiento del consumo (que impacta poco porque es de apenas 10,6 kilos anuales, incluyendo fiambres) era de 3% entre enero y noviembre de 2014 e igual periodo de 2013.
Según el trabajo de CICCRA, la merma en el consumo de carne bovina -que fue exactamente de 5,7% respecto del valor de 2013- está directamente vinculada con el poder adquisitivo de la población. “Se evidencia en esta caída del consumo la pérdida del poder de compra del salario verificada durante 2014, que perdió 11% frente al precio de la carne vacuna”, precisó la entidad que preside Miguel Schiariti.
En el Mercado de Liniers, el kilo vivo de novillo registró a lo largo de 2014 un alza superior al 26%. A nivel minorista, en tanto, el kilo de asado arrancó el año en torno a 52 pesos y lo cerró por arriba de 70 pesos, con una suba de 35%. Es la mejor explicación del freno que los argentinos se impusieron en el consumo de carne, que de todos modos sigue siendo uno de los más elevados.
De acuerdo con las cifras de CICCRA, los 59,4 kilos per cápita consumidos en 2014 resultan ser 4,9% inferiores al promedio de los últimos veinte años. Y uno de los registros más bajos de toda la historia documentada del sector, que arranca en 1915. En esa larga saga, los argentinos consumieron un mínimo en la década de 1920, con solo 46,9 kilos. Y durante la gran crisis de 2001, cuando ese indicador retrocedió a 55,1 kilos anuales por habitante. A la inversa, el récord de consumo data del primer periodo peronista, cuando se llegó a una ingesta per cápita de casi 101 kilos.
Más allá de estas comparaciones, el hecho de que el consumo interno de carne haya retrocedido en 2014 ha sido una mala noticia para la industria frigorífica, que atraviesa un periodo de achicamiento desde que estalló la gran crisis ganadera. Esta comenzó a incubarse en 2006, cuando el kirchnerismo cerró las exportaciones y comenzó a tallar el ex secretario Guillermo Moreno en los mercados. Hubo tres años de grandes faenas y elevado consumo, pero luego, a partir de 2010, la Argentina descubrió que había perdido unas 10 millones de cabezas, el 20% del stock bovino.
Desde entonces, el desempeño industrial ha sido muy pobre y lo mismo sucedió en 2014. La faena de hacienda tuvo un retroceso de 3,7% luego de dos años de recuperación. Y la producción de carne llegó a 2,69 millones de toneladas, lo que es decir 4,6% menos que el año anterior.
Es notable el contraste contra 2005, el último año en que la industria operó sin intervenciones oficiales. Entonces se faenaron 14,35 millones de bovinos, se produjeron 3,14 millones de toneladas de carne y se exportaron 771 mil toneladas.
