Es interesante poder ver por encima de las “olas”. Cuando se navega en el mar, las olas obstruyen la visión, y el objetivo o rumbo aparece sólo esporádicamente. Sin embargo, se debe tener la certeza del rumbo a pesar de perder la visión durante un tiempo.
Hacer negocios en la Argentina se parece bastante a esto. Necesitamos poder pensar y entender el rumbo del negocio agrícola de nuestro país.
En los 90´, cuando nuestros productores y contratistas viajaban al Farm Progress Show, a EE.UU., era la época de nuestro ‘engorde a pasto’, y comienzo del afianzamiento del sistema de siembra directa.
El común denominador era el asombro: no podían creer que un productor de 500 ha agrícolas trabajara sólo su explotación y, sin embargo, contara con un tractor de 200 HP, sembradoras acordes, y una cosechadora con plataforma de 30 pies para hacer lo ‘propio’.
Por aquella época, un contratista con una Case 2188 o una John Deere 9600 hacía unas 5.000 ha/año. Empezaba por el norte y finalizaba en el sudeste. El cultivo, como dice el ‘maestro’ Mario Bragachini, esperaba a la cosechadora, y no al revés, como debe ser.
Hoy, vemos cómo este proceso se ha establecido en nuestro país, al igual que el engorde a corral. El negocio agrícola está cambiando también en lo referente a la mecanización.
Gran parte del proceso de cambio del agro argentino que nos llevó de ser un país con ventajas ‘comparativas’ (fertilidad, clima) a ser hoy un país con ventajas ‘competitivas’ (know how, recursos humanos, capital, etc.) se lo debemos a este dinámico sector que llamamos ‘los contratistas’.
Estos están en crisis. Si la cosechadora espera al cultivo (como deber ser) naturalmente trabaja menos al año, y su costo de amortizaciones aumenta; esto debe ser pagado e incluido en la tarifa.
Basta dar una mirada a los ejemplos de costos que muestra la incansable Facma (Federación Argentina de Contratistas con Maquinaria Agrícola) para comprenderlo.
Además las máquinas agrícolas nuevas siguen aumentando en dólares. En los últimos cinco años, una cosechadora axial de última generación ha aumentado su precio en dólares en más de un 20%. ¿Cuánto aumentó la tarifa de cosecha en este tiempo? Desde que se difunde la tarifa en pesos por hectárea, los contratistas vienen perdiendo rentabilidad.
Por otro lado, muchos productores ‘con tierra’ han salido fortalecidos del difícil 2009, desde lo climático y financiero, y han recuperado campos alquilados que sus competidores ‘sin tierra’ tuvieron que dejar.
Estos productores, llamémoslos ‘medianos’, están afianzándose e integrándose verticalmente, adquiriendo maquinaria propia, para hacer lo propio, y tal vez algo en la zona cercana de influencia. El peso relativo que da el alto capital en ‘tierra’ les dio estabilidad frente a las bruscas turbulencias.
El agro no puede funcionar en una ambiente de alto riesgo como el argentino (climático, político, fiscal, económico) con rentabilidades proyectadas de un dígito porcentual, a menos que se tenga una gran escala que reduzca algunos riesgos, porque las pérdidas, cuando ocurren, se llevan todo, no sólo la ganancia.
Por otro lado, muchos productores ‘sin tierra’ están creciendo en el exterior, atraídos por mejores condiciones fiscales, extensiones más grandes, y menores costos; éstos se llevan también a sus contratistas, ya que en las nuevas áreas estos servicios escasean.
Muchas empresas, mucha gente que vive y hace vivir al país, dependen del negocio de la maquinaria agrícola y del agro argentino.
Debemos estar atentos para poder detectar y diferenciar las simples ‘olas’ de las ‘corrientes’, para poder realizar los cambios de rumbo necesarios.
Por Sergio Onocko
Especial para Infocampo Semanario
