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La Agenda agro 2008: lo importante o lo urgente

Fin de año y hora de balances. Precisamente, esta semana la Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil salió a informar que esperan que 2008 termine con agroexportaciones por u$s58.000 millones. En forma paralela, la industria brasileña del pollo manifestó que el año terminará con ventas por 3,2 millones de toneladas, por valor de u$s4.800... Read more »

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Por Infocampo

Fin de año y hora de balances. Precisamente, esta semana la Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil salió a informar que esperan que 2008 termine con agroexportaciones por u$s58.000 millones.

En forma paralela, la industria brasileña del pollo manifestó que el año terminará con ventas por 3,2 millones de toneladas, por valor de u$s4.800 millones.

Para tener una idea de magnitud, la agroexportación brasileña equivale a las exportaciones argentinas por todo concepto, en tanto que las de pollo equivalen, grosso modo, al 50% de las del complejo sojero argentino, el más dinámico del conjunto de los bienes y servicios vendidos.

Obviamente existe una diferencia de escala entre el agronegocio brasileño y el argentino.

Pero tampoco es menos cierto que existe en nuestro país mucho para crecer todavía.

Se puede crecer más en productividad, intensificando la rotación y volcándole más tecnología. Es un crecimiento vertical.

Se puede crecer más convirtiendo el grano en leche, huevos, pollos, cerdo o bifes. Es crecer agregando valor.

Lo decía muy claramente el ex secretario de la Producción de Entre Ríos, Daniel Welschen, en estas páginas semanas atrás: âTendremos una economía desarrollada cuando no salga un grano más de nuestros puertosâ.

Pero para que ello ocurra se necesitan señales claras a quienes son los únicos protagonistas de ese futuro: los empresarios.

Y en los últimos dos años, no todas las señales fueron claras y algunas tendieron a ser negativas.

Pasó con la leche, la carne vacuna y el trigo.

Tres productos donde su perspectiva de crecimiento se resienten por el afán gubernamental de dirigir su desenvolvimiento.

De esa terna, tal vez el trigo tenga un atenuante ya que las medidas han impulsado el aumento/blanqueo de la molienda y un incremento sustancial de las exportaciones de harina, que rondarán el millón de toneladas este año.

En esa línea de direccionamiento de las cadenas de valor, este año se implementaron las compensaciones, que representan una transferencia de $710 millones desde la producción a la industria, esencialmente.

Ahora, con la necesidad de capital que hay para poner más galpones de pollos, más criaderos de cerdos, más plantas de molienda y balanceados, más tambos, más cámaras de frío, más plantas de procesamiento, ¿qué efecto hubieran tenido esos $710 millones volcados al subsidio de tasas de interés crediticias?

Tranquilamente, con esa plata se podrían haber subsidiado por completo (tasa 0%) créditos por $1.500 millones a cuatro años y con una tasa de mercado de 12%.

Primó lo urgente. Compensar al industrial para que no aumenten los alimentos al consumidor. ¿Pero cuánto mejor estaríamos si esos fondos se volcaran a estimular la productividad?

Es cierto, hay que pasar el sacudón, pero muy poco después nos encontraríamos con una agroindustria en plena expansión, más que ahora.

Javier Preciado Patiño

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