El ex ministro de Economía Roberto Lavagna señaló que las iniciativas oficiales “ortodoxas” en materia económica son “bienvenidas” porque “dan tiempo para pensar” en medidas de fondo que permitan recuperar el sendero de crecimiento, pero subrayó que “no es el Banco Central el que debe hacer política económica”, según publicó Infobae.
El economista, que expuso en un ciclo organizado por la Fundación de Estudios Políticos, Económicos y Sociales para la Nueva Argentina (FEPESNA), expresó que la salida de capitales, la caída de la tasa de inversión y la debilidad estructural del empleo son las principales falencias de la economía argentina, que se cristalizan en un crecimiento bajo, que estima en un 1,1% para 2014.
Lavagna, hoy uno de los referentes económicos del Frente Renovador que encabeza el diputado Sergio Massa, refirió que “de los últimos 28 años, la Argentina tuvo 14 años de PBI negativo, en los que cada crisis fue más larga que la anterior en términos de recuperación, y más profunda”.
Advirtió que un factor de preocupación es el del retorno de la “volatilidad”, además del modesto crecimiento económico, debido a “sus efectos negativos en términos de distribución del ingreso, que afectan a las personas, pero también a las pequeñas y medianas empresas”, principales generadoras de empleo, las cuales –según dijo- no pueden resistir a una etapa recesiva prolongada. Como consecuencia de la volatilidad, una economía con estancamiento económico genera que “alguien esté incrementando sus ingresos en 7 ó 6 ó 5 por ciento y los de otro estén cayendo en esa proporción”.
El debate sobre el “giro ortodoxo”
En 2014, el Gobierno dio muestras de un cambio de tendencia en sus iniciativas económicas. Así se complementaron la devaluación del peso de enero y la suba de tasas de interés -para esterilizar la sobreemisión de pesos que financia al déficit público- , con gestiones ante el Club de París y el FMI -con un nuevo índice oficial de inflación-, y la búsqueda de acuerdos con Repsol y las empresas litigantes en el CIADI.
Lavagna criticó a “algunos que tienen un ataque de optimismo, como el sector financiero, que no tiene motivos para estar triste por este cambio”. Acotó que “no es el Banco Central el que debe hacer política económica” y relativizó la eficacia de lo que varios analistas definieron como “giro ortodoxo”.
“La solución no pasa por ahí. Bienvenidas las medidas porque dan tiempo para pensar, pero si no se usa el tiempo adecuadamente, se vuelve al punto de partida”, afirmó Lavagna. “Como en medicina, las dosis importan en la cantidad y el tiempo adecuado para aplicarlas, porque en distintas circunstancias no dan el mismo resultado”, advirtió.
Sobre el reconocimiento de una inflación oficial por encima del 3% mensual, se limitó a decir que “la inflación ya está en un punto en el que no tiene nada de positivo y todo de negativo. No se apreció en 2007 cuando reapareció la inflación, que tiene al principio un gusto dulce siempre”, por los aumentos de recaudación y salarios en términos nominales, “pero que después se transforma en amargo”.
“El efecto del falseamiento de estadísticas empezó con los precios y siguió con todo. Hoy las estadísticas de mortalidad infantil no son ciertas. Hoy el desempleo está largamente por encima del 6% que informa el Gobierno”, cuestionó. “Cumplimos 40 años de medición de pobreza en la Argentina. En 1974 era del 4% y ahora es del 25%, según el Observatorios Social de la UCA, porque la del Gobierno no se puede tomar. Se ha destruido el tejido social”, explicó el economista, quien enfatizó el “rol fundamental de la educación” para superar este deterioro.
Fragilidad macroeconómica
Lavagna puntualizó que el Estado nacional tiene vías para obtener recursos que le permitan salir del déficit que aqueja a las finanzas públicas desde 2012. Una de ellas es el reconocimiento de un crecimiento real de la actividad económica. “El Gobierno fantasea con un crecimiento, pero no es el real”, sentenció el ex funcionario, quien refirió que si no se pagara este año el Cupón atado al PBI, se obtendrían “entre 3.500 y 4.000 millones de dólares, multiplicados por 8 pesos” para afrontar gastos.
El jefe del Palacio de Hacienda durante las presidencias de Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde apuntó contra los sobreprecios en la obra pública y los fondos para publicidad oficial que representan una “masa de recursos importante”, así como una buena proporción de las “dos millones de jubilaciones sin aportes” que fueron asignadas a sectores de altos ingresos.
El economista explicó que “2005 fue el último año de ingreso neto de capitales, inmediatamente después de la reestructuración de la deuda, que concluyó en junio”. Dijo que a partir de entonces hubo una salida de capitales que se fue acelerando hasta alcanzar picos anuales por encima de los u$s20 mil millones y que sólo se contuvo en los últimos dos años por el “cepo” cambiario. “A partir de 2006 empiezan a manifestarse dudas acerca del futuro económico”, mencionó.
Sobre la tasa de inversión, evaluó que debería mantenerse sobre el 20% del PBI anual para sostener una expansión económica en torno al 5,5% anual. “También se cae de ese rango en 2006”, aseveró. Mostró además su preocupación por la estructura del empleo: “Desde hace tres años ya no hay creación neta de empleo del sector privado. El único creador de empleo es el sector público nacional, provincial y municipal”.
Lavagna argumentó que la creciente desconfianza en el Gobierno se debió a cambios institucionales en el Consejo de la Magistratura, la transformación de la Unidad de Información Financiera (UIF), la intervención del INDEC o la utilización de los Decretos de Necesidad y Urgencia como “algo más que una ley”, en una “tendencia importante a concentra poder”.
La ayuda del contexto externo
En otros aspectos, Lavagna se manifestó optimista debido a que “las condiciones internacionales son infinitamente más favorables en comparación a la década del ’80 y con más posibilidades”. Detalló que la tonelada de soja cotizaba en u$s180 durante el gobierno de Raúl Alfonsín, mientras que al asumir Néstor Kirchner alcanzaba los 220 dólares. En los últimos años el principal producto de exportación de la Argentina se estabilizó en un rango de u$s500 por tonelada. Por eso, indicó que “Argentina salió de la crisis (de 2001-2002) sin precios internacionales extraordinarios”.
En el mismo sentido, recordó que la cosecha de granos alcanzaba los 30 millones de toneladas hace tres décadas, mientras que en la actualidad supera los 100 millones. En cuanto a las tasas de interés internacionales para obtener financiamiento en dólares, señaló que están en un “nivel bajo que es récord histórico”, que abre “una oportunidad para aprovechar”.
“Argentina es un país de carácter excepcional en el mundo por la brecha entre lo que es y lo que puede ser. En la actualidad esta brecha tiende a expandirse, porque mientras la economía dejó de crecer, las condiciones internacionales tienden a cambiar, como la irrupción de China como comprador de materias primas, más las condiciones tecnológicas para la explotación de recursos no convencionales de shale oil y shale gas”, de los que nuestro país asoma como una potencia global.