Es que por un lado, los buenos precios del grano empujaron la intención de siembra. Se espera que el área crezca esta campaña entre 6 y 10%, revirtiendo una tendencia de años. âNo sabés lo que se va a sembrar de maíz de segundaâ, ilustra Fraguío.
Pero por el otro, la suba del maíz le impacta directamente a los costos de los transformadores del cereal en proteína animal: avícolas, granjas porcinas, tambos, feedlots y moliendas, entre otros.
Por eso, para Maizar, la prioridad es buscar alternativas que le permitan a los productores seguir aprovechando la bonanza de precios, pero que al mismo tiempo no les compliquen la vida, para decirlo en términos sencillos, a los transformadores, cuyos productos sufren los límites que impone el control de la inflación.
En esa tormenta de ideas, una es la siguiente: con una cosecha en torno de las 19 millones de toneladas (Mt), el saldo exportable del grano sería de 12 Mt. Dado que el precio FOB del maíz está unos 50 dólares por encima de los valores de campañas anteriores, habrá un incremento en la recaudación vía retenciones de unos u$s120 millones (el 20% de los u$s600 M). Lo que piensan en Maizar es que, para superar la coyuntura, un porcentaje de este plus recaudatorio podría volver a los transformadores como âsubsidioâ para la compra del maíz.
âNo creo que sean más de 4 millones de toneladas las que habría que ayudar en estas circunstanciasâ, sostiene Fraguío.
Si a estas 4 Mt se las quisiera bonificar en 30 u$s/t, para su compra, el Estado debería destinar los u$s120 millones adicionales recaudados en concepto de derechos de exportaciones, provenientes de la suba del maíz en el mercado.
âPero a largo plazoâ, piensa Fraguío, âtenemos que buscar una solución sustentable para toda la cadena, en la que todos puedan salir ganandoâ.
