Si bien Nahuel Grazioli, productor y contratista en la zona de Casilda (Santa Fe) hace pocas aplicaciones con avión, las veces que lo utiliza prefiere acomodar las tareas en horarios con humedad relativa alta y menor temperatura sin usar antievaporantes. También elige el avión para evitar pérdidas por pisoteo “en cultivos que hoy cotizan muy bien”. Una cuenta rápida: un pulverizador de 25 m ancho de botalón, con cubiertas de aproximadamente 35 cm de pisado comportan una pérdida por tránsito de alrededor del 3%. En una soja de 35 qq/ha la pérdida es de unos 100 kg/ha, o sea unos 97 $/ha.
Trabajando con aplicación aérea se consideran suficientes 14 y 7 impactos por cm2 en los extremos superior e inferior del follaje. Pedro Leiva (Inta) asegura que “el avión con aspersor rotativo ubica alrededor del 55% de la dosis en los dos últimos tercios del follaje; el equipo de arrastre, en cambio, sólo el 30%”. Destaca que la distribución del avión es muy homogénea en los dos últimos tercios, mientras el terrestre la concentra en el tercio medio.