La incertidumbre y la duda de productores y técnicos, este año, es protagonizado por los cereales: ¿sembrarlos o no sembrarlos?
De acuerdo a los analistas de la Bolsa de Comercio de Rosario, “es muy difícil responder qué intención de siembra triguera hay en la región”.
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Todo es muy coyuntural, agregan, todo cambia a cada día: costos, precios, disponibilidad de insumos claves.
“Es seguro es que la foto del trigo hoy es preocupante y marca un quiebre respecto al crecimiento que tuvieron los cereales los últimos 7 ciclos: en la nueva campaña, se sembraría menos trigo y maíz.
La tendencia, entonces: incremento del área de soja de primera y también más intenciones de sembrar girasol. La primera oleaginosa por los menores costos, mientras que la segunda por su estabilidad de respuesta en años secos.
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La relación insumo/producto de urea se duplicó. Así, la tendencia es a bajar el área de trigo y bajar tecnología aplicada: disminuir el hectareaje de cereales y aumentar significativamente la soja de primera. Los primeros análisis anticipan que un 10% a 15% de área de maíz debería pasar a soja.
En trigo, dicen desde la entidad, hay productores que van a bajar área hasta en un 30%.
Trigo
La ecuación para la siembra de trigo en campo propio el margen es positivo, pero no lo es bajo la condición de campo alquilado. El total de costos, indicaron desde la Bolsa, este ciclo, asciende a 875 dólares por tonelada, hay que sumarle el costo del alquiler.
“En términos de rindes de indiferencia, el trigo tiene que superar los 31 quintales por hectárea en campo propio para dejar ganancias, y en campo alquilado los 41 quintales. El promedio de los últimos cinco años en la zona central asciende a los 37,8 quintales”, destaca la entidad.
Con estos números y una “Niña” de fondo el trigo es un desafío con mayúsculas para los productores que alquilen este año. Para esta proyección se toma en cuenta una fertilización de 200 kilos por hectárea de urea a un precio de 1.442 dólares por tonelada, más 80 kilos de arrancador a 1.782 dólares por tonelada y un costo de alquiler base de 16 quintales por hectárea que se prorrateó con la soja de segunda.
Por zonas
En Carlos Pellegrini, provincia de Santa Fe, la zona le comentó a la Bolsa que la intención de siembra está, “pero las decisiones están frenadas por los costos de los insumos: no paran de subir y la relación pasa a ser desfavorable”.
En Cañada Rosquín lo resumieron así: principalmente depende de la humedad del suelo y el costo de los fertilizantes. “Faltan al menos 100 milímetros”, dicen en Bigand. Por el lado cordobés, en Marcos Juárez, se requieren “100 a 150 milímetros y que los fertilizantes bajen”.
En Pergamino destacan: “con la foto actual cae tanto la superficie de siembra y como el nivel tecnológico.
