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"El biodiésel es un invento regulatorio"

El entrevistado sostiene que el mercado está definido por medidas de origen normativo, como el corte obligatorio en la UE y que es esperable mucha turbulencia hasta que se estabilice. "Es una cuestión de timing", explica.

El entrevistado sostiene que el mercado está definido por medidas de origen normativo, como el corte obligatorio en la UE y que es esperable mucha turbulencia hasta que se estabilice. "Es una cuestión de timing", explica.
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Ignacio Díaz Bobillo es un ingeniero egresado del Massachussets Institute of Technology (MIT), que trabaja en World Energy, una compañía estadounidense focalizada en la distribución y comercialización de biodiésel, así como en el desarrollo de mercados.

Díaz Bobillo fue disertante de la reciente Green Power Conference en Buenos Aires, donde dejó dos conceptos importantes: que el mercado del biodiésel tiene un origen de corte político y que el ingreso masivo de jugadores al negocio levantó los precios del aceite, lo cual erosionó la rentabilidad que prometía. Tan interesante visión fue motivo para una charla con Infocampo, que viene siguiendo con atención la performance de esta incipiente actividad.

-¿Cuál es el rol de la normativa en el mercado del biodiésel?

-En el fondo es un negocio inventado por regulación, por políticas creadas para generar incentivos de negocio y dinámica de mercado, que direccionen la sustitución de los combustibles minerales. Es un negocio antieconómico desde la contabilidad clásica porque no refleja el costo ambiental. Justamente, estas políticas pretenden llenar ese espacio vía los subsidios.

-¿Qué sustentabilidad tiene un negocio donde lo regulatorio es lo que termina definiendo su viabilidad?

-Todos estamos aprendiendo en este nuevo mercado, inclusive los agentes políticos, y ese proceso va a llevar unos años. Hay una lectura a largo plazo que de aquí a 20 años habrá sí o sí una sustitución parcial pero profunda de los combustibles minerales, y los biocombustibles están dentro de la matriz de las energías alternativas. Ahora, qué rol jugará el etanol, el biodiésel u otros biocombustibles, es muy difícil decirlo. Lo que sí es seguro es que habrá mucha plata invertida, mucha voluntad política y social para que esto se produzca.

-¿Cómo ves el papel de la Argentina en el juego global?

-El país tiene ventajas competitivas enormes. Si la foto de hoy se mantiene en el tiempo, la Argentina tiene una muy buena oportunidad. Pero la foto no se va a mantener. Va a cambiar, tanto en la Argentina como en el mundo, y muchas veces. Uno puede creer y apostar a los fundamentos del mercado en el largo plazo, pero va a haber períodos duros. Esa es mi sensación.

-Mi impresión es que, en buena parte, las inversiones locales para exportar biodiésel están traccionadas por la diferencia de retenciones con el aceite. ¿Cómo lo ven ustedes?

-Para una aceitera, que tiene un fuerte capital inmovilizado en la producción de harina y aceite, es una decisión bastante natural diversificar el portfolio y agregar valor (montando una planta de biodiésel). Más allá de lo que ocurra este mes o este año con las retenciones, en el largo plazo contar con un producto que no necesariamente va a terminar en China o en la India, como pasa con el aceite, es tentador. Obviamente que si se le agrega el diferencial de retenciones, el negocio es más interesante. Pero se está viendo más allá de esta ventana. Hoy, si China se resfría los aceiteros tienen un problema. El precio, por tanto, tiene poca visibilidad. Lo que sí te puedo decir es que según cómo se regula el uso, se forma el precio. En Europa, con corte obligatorio, el precio tiende a formarse como el costo del aceite más un margen. En los EE.UU., con subsidios, tiende a arbitrarse sobre el combustible mineral menos un margen.

-En la UE, por ejemplo, ¿quién compra el biodiésel?

-Tenés desde nuevos jugadores del negocio del biodiésel que lo compran puro y le hacen la logística dentro de los países, vendiéndoselos a mezcladores, hasta las petroleras tradicionales, que cada vez más se involucran en el negocio.

-La petrolera, ¿compra el biodiésel y lo mezcla, o vende el diésel y que lo mezcle otro?

-Están las dos formas. Hay petroleras que se involucran más en el downstream (aguas abajo) de la distribución y otras menos. Hay algunas que hacen el negocio con las compañías de distribución. Depende de cómo tengan estructurado el negocio.

-En los EE.UU. anunciaban el cierre de una planta de biodiésel porque el aumento del  aceite le limó la rentabilidad.

-El mercado se estimuló tanto a partir de las políticas públicas y hubo tanto apetito por invertir, que ahora hay una sobrecapacidad instalada tanto en los EE.UU. como en Europa, en lugares que son estructuralmente poco eficientes. Y en cuanto el aceite llegó a estos precios, se hicieron automáticamente inviables y poco a poco van a ir cerrando hasta que el mercado se acomode. Hay un overshoot muy grande de capacidad instalada que disparó la competencia por la materia prima, cuando todavía no está la demanda final; recién en 2010 va a haber un mercado significativo. Es un tema de timing. Son mercados volátiles por varios años.

-¿Ni con un barril de 100 dólares es negocio hacer biodiésel?

-Lo que pasa es que el precio del gasoil está más definido por la capacidad de refinamiento que por el precio del barril, que, obvio, también influye. Es un mercado que tiene sus propios drivers. El barril se fue a 92 dólares, pero en los EE.UU. el gasoil sigue valiendo más o menos lo mismo. De acá a un año posiblemente se junten, pero hoy no es así.

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