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Unidad pero sin trampas

Desde la conformación de la denominada Mesa de Enlace, las entidades han tenido que pasar tanto tiempo explicando sus reclamos como desmintiendo la ruptura. Por ello entonces es bueno reflexionar sobre los alcances de la unidad y del porvenir de la misma.

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Por Infocampo

La Mesa de Enlace es una creación de hecho, no jurídica, no técnica sino simplemente y evidentemente política. Ninguna de las entidades que la componen ha resignado ni sus facultades propias, ni sus estructuras internas ni sus decisiones autónomas. Sólo que frente a las situaciones dramáticas que enfrentaron y enfrentan los productores y el grado de confrontación política con el Gobierno Nacional, se planteó una organicidad para enfrentar esos problemas en forma conjunta.

 

   Más de dos años, lleva la Mesa con su funcionamiento y sigue. Se sobrepone y avanza. El reciente cese de comercialización de granos es prueba de esto. Diferentes son las miradas que confluyen sobre ella, pero podemos distinguir para los productores, en el reflejo de una aspiración de antaño -un campo unido-, para los medios de comunicación oficialistas, el diario “chismoseo” anunciando su ruptura o su quiebre.

 

   Para la política y un sector importante de la sociedad, la Mesa es el ejemplo de la unión en la diversidad, del respeto a posiciones disímiles o antagónicas y la necesidad de preservar un valor superior frente a circunstancias de extrema gravedad. También es una piedra molesta en el zapato de las estructuras políticas clásicas, toda vez que muestra un ejemplo muy superador a la medianía opositora que no encuentra ni hilo conductor, ni discurso, ni programa propio.

 

   ¿Es justo pedirle a la Mesa de Enlace un alineamiento interno sin fisuras en todos los temas? La respuesta es, claramente, que no. Pues tenemos visiones desde el modelo de producción, el de comercialización, de estructura interna, de representatividad territorial, de posicionamiento político que nos hacen distintas.

 

   Lo que sí podemos y debemos exigir es que sus dirigentes actúen sin dobles discursos ni malintención. Sólo debe intervenirse en defensa de los productores, con coherencia sobre lo que es malo o bueno, y no hacer una calificación según las circunstancias.

 

   Los últimos días nos muestran un ejemplo claro de lo que sostenemos. La comercialización de trigo enfrenta las distintas posturas con respecto al rol del Estado, las entidades, la comercialización, el mercado, la cartelización de la demanda, la exportación, el consumo interno y el precio pleno al productor. Resulta imposible en pocas líneas describir no sólo las posturas sino especialmente las actitudes de las entidades sobre el tema. Sólo recordaremos que desde CRA hemos denunciado hace años la intervención nefasta en el mercado del trigo, la ausencia de competencia, la asignación direccionada a favorecidos por el “dedo” del Estado, la desinformación, la transferencia de ingresos, la frustración de no poder comercializar lo que se produce y las medidas adoptadas por un Gobierno que no escucha o no sabe o no quiere solucionar el problema del trigo en Argentina. En pocos días más, los productores de maíz estarán en situación similar a las descriptas, bueno sería que no nos dejásemos llevar por el dedo del Ministro de Agricultura hacia otra frustración. Necesitamos precios justos, reglas claras y mercados en competencia. La mesa de los argentinos está abastecida y garantizada. El bolsillo de los productores está sólo lleno de promesas.

   Si como define el diccionario, la unidad es la propiedad que tienen las cosas de no poder dividirse ni fragmentarse sin alterarse o destruirse, bregamos por un espíritu de unidad dentro del sector agropecuario, que iguale los dichos con las acciones, los principios con los actos y los intereses institucionales con el beneficio de todos los productores.

*Vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA).

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