A esta altura de los hechos, luego de sucesivos brotes en el Paraguay, Brasil y la Argentina, está por demás claro que la aftosa es un problema regional, cuya solución debe ser también regional.
Sin embargo, y a pesar de que los países que constituyen el Mercosur han aprobado un plan conjunto de acción de erradicación, sigue sin haber un acuerdo definitivo que permita la auditoría cruzada de las situaciones sanitarias en cada país.
A pesar de que existe el Comité Veterinario Permanente, en el ámbito del Consejo Agrícola del Sur, los países siguen siendo reticentes a aceptar que comisiones técnicas multilaterales ejerzan una función de auditoría permanente y autónoma.
Los análisis genéticos realizados en Panaftosa demuestran que el virus aparecido en Corrientes es muy similar al del foco de Paraguay de 2003 y un poco menos al de Brasil de Mato Grosso de setiembre de 2005.
Los sanitaristas evalúan que el virus sigue circulando por la región central sudamericana, aun cuando los países, los estados o las regiones hayan obtenido, en algunos casos, la condición de “libre de aftosa con vacunación”.
Una posibilidad sería que los países de la región otorgaran a Panoftosa la facultad de inspeccionar libremente cualquier área de la región.
El manejo de la información en esta cuestión sanitaria es más que significativo. Cuando Brasil sufrió un brote con el virus C, virólogos argentinos solicitaron que se enviara la secuenciación del virus, pero esto nunca habría sucedido.
El interés radicaba en poder producir antígeno a partir de la misma cepa que había disparado el brote en ese país y así lograr una protección mayor. También surgieron problemas cuando el virus, esta vez la cepa O, golpeó en setiembre de 2005 a la ganadería brasileña. Y esta vez no fue solo una cuestión entre países sino entre los mismos estados brasileños.
El reconocimiento de focos en el estado de Paraná llevó meses, y cuando finalmente el gobierno federal lo hizo, recibió una fuerte crítica del gobernador estadual, Roberto Requiao.
Este también es otro tema para analizar, ya no regionalmente, sino dentro de cada país: el compromiso de los gobiernos provinciales (o estaduales) para actuar solidariamente cuando aparece la enfermedad en su territorio y cómo también se los va a compensar.
Los intereses de las ganaderías locales y sus industrias frigoríficas tienden a ejercer presión sobre sus gobiernos para no ver trabado su comercio, y son los gobiernos federales o nacionales quienes asumen ese rol.
De ahí que sea necesario organizar mecanismos de transparencia, basados en un compromiso inter e intra naciones con vistas a mantener un estatus sanitario óptimo y sustentable.
Javier Preciado Patiño
jpreciado@infocampo.com.ar
