El boletín semanal de la entidad que nuclea al cooperativismo agrario, en la penúltima edición, puso sobre el tapete uno de los temas que hoy más preocupa a este segmento del campo argentino: la competencia de las asociaciones de siembra o pooles con el productor individual a la hora de alquilar los campos.
“El valor de la tierra no está acorde con la renta real y ni siquiera con las productividades que los campos permiten en esta coyuntura. Los arrendamientos ofrecidos exceden cualquier posibilidad cierta para el pequeño y mediano productor argentino”, sostiene el presidente de Coninagro, Fernando Gioino, en su editorial.
“La mejor prueba de que los pooles están pagando precios que dejan afuera al productor tradicional es el testimonio de él mismo, cuando cuenta que el campo que le alquilaba hace años a su vecino ya no lo puede tomar más porque un pool ofreció más quintales de soja”, comentan en la entidad acerca del editorial.
En esta misma línea, los cooperativistas le apuntan a la tenencia de la tierra con fines especulativos, no productivos, y sacan a relucir una fórmula implementada a fines de los 60 y principios de los 70: el impuesto a la tierra libre de mejoras. “Es una herramienta que alienta al que más trabaja”, dicen, para dar lugar al debate.
