“Para los productores dedicados al cultivo de soja y maíz, resulta fundamental conocer el manejo de los granos en el silo. Es necesario seguir consideraciones técnicas como la termometría en el almacenamiento, de manera a que los granos cosechados puedan mantenerse sanos. De no llevar adelante el manejo adecuado a la hora de guardar el producto, éste podría perderse lo que se traduce en pérdidas económicas importantes”, explicó Paulo Fornel, specialista en sistemas de aireación para el medio paraguayo ABC Color.
Al momento de almacenar los granos después de la cosecha (maíz, soja), el técnico especificó que “es imprescindible considerar la aireación dentro de los silos, junto con la termometría y temperatura adecuada. Se recomienda que el almacenado de los granos se realice con un 13 % de humedad. Actualmente, existen plantas de almacenamiento con equipos de alto rendimiento, que posibilitan almacenar el producto con porcentajes de 14 y 15 %. En el caso de no poseer tecnología de punta, la humedad deberá ser de 12 o 13 %”.
Temperatura
“La temperatura de almacenaje varía de acuerdo a la zona de producción. Tomando como ejemplo Alto Paraná, donde los cultivos de soja y maíz cubren la mayor parte de superficie laborable, el estándar llega a 18 °C o 19 °C. En el norte del país, las temperaturas llegan a 22 °C o 23 °C. Sin embargo, mientras más baja sea la temperatura es mejor. Lo ideal es 12 ºC a 13 ºC”, detalló.
Aireación
Y concluyó que “a pesar de que la mayoría de las industrias y plantas de almacenaje de granos cuentan con la tecnología adecuada, es fundamental tener en cuenta la aireación. Esto implica, que para mantener la calidad del grano, no solo influye la mano del acopiador, sino también la industria debe poner de su parte. Los puntos básicos a tener en cuenta son: la limpieza, el secado y aireado. Cuando se cosechan los granos deben recibir una limpieza. Después se secan y se almacenan con la aireación adecuada, siguiendo una termometría que se ajuste a los estándares de seguridad del producto. Cada kg de producto que se pierda (por putrefacción, por ejemplo) se traducirá en dinero que no retornará al productor”.
