Con el objetivo de maximizar la rentabilidad, pero también buscando un mayor aprovechamiento de los recursos, la intersiembra representa una salida en la que empresas, asociaciones de productores, genetistas y semilleros ya investigan para brindar el aporte tecnológico adecuado a un cambio de manejo.
Una de las claves es la disponibilidad hídrica. En ambientes con deficiencias en este aspecto, la soja puede sufrir mermas en el rinde, tender al vuelco o hasta morir. Es en este sentido que, a priori, en la región centro de Córdoba, con sequías absolutas en invierno la intersiembra no funcionaría.
No obstante, la región centro cordobesa cuenta con más de 100 equipos de riego en pívot, por lo que la situación hídrica podría controlarse. âEsto genera un nicho importante, incluso la oportunidad para favorecer la instalación del riegoâ, contó a Infocampo el ingeniero José María Borleto, que rota trigo-maíz-soja en 1.500 ha (1.000 soja -con 200 de trigo- y 500 maíz) y cree que âcuando se le encuentre la punta del ovillo será la nueva revolución de la agricultura argentinaâ.
Borleto cree que âademás del incremento en la producción, lo más importante es favorecer el balance de carbono para hacer real la presencia del maízâ.
Al referirse a lo que falta para lograr un desarrollo importante de esta innovación en manejo, Borleto explica que la intersiembra no es para cualquiera sino para productores que hayan resuelto problemas básicos de densidad, siembra directa, fertilización, manejo del agua y rotación, entre otros. Además, lo que hay que hacer es seguir con el plan de ensayos, adecuar los ensayos a cada realidad, âverificar en cada caso si es el girasol o el maíz el cultivo que mejor se adapta a la soja, y en los casos que tengan riego poder tener una máquina que siembre con maíz en altura, en florâ.
Borleto cree que no habría que hacer muchas inversiones en la zona de Córdoba y supone que este año empezarán los ensayos.
Juan I. Martínez Dodda
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