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De la industria panadera al campo: el bioestimulante orgánico que maximiza rendimientos

Una empresa nacional impulsa un producto biológico que contiene metabolitos de fermentación provenientes de la producción de levaduras.

Lucas Mich
Por Lucas
Mich

El poder de los bioestimulantes para impulsar el desarrollo agrícola llegó para quedarse en la Argentina y el mundo.

Esta práctica busca maximizar el potencial de los cultivos mediante el uso de productos biológicos que disminuye las brechas de rendimiento, la calidad nutricional y organoléptica de los cultivos.

Sin embargo, no son sus únicos beneficios. Además, fortalece el sistema inmunológico haciéndolo más resistente a enfermedades y al estrés, y reducen el uso de productos químicos en la actividad agrícola.

“La demanda de productos biológicos, como los bioestimulantes, aumentó notablemente debido al interés del consumidor por productos más naturales y amigables con el medio ambiente”, sostiene convencido el ingeniero agrónomo Eduardo Piper, gerente de la división Nutrición Vegetal de ALZ-Agro.

Con este enfoque, ALZ-Agro centra sus esfuerzos en alternativas amigables y sustentables con el medioambiente, con tecnología de avanzada y máxima calidad, como parte fundamental de su filosofía y estrategia empresarial.

“Estos productos tienen la función de reemplazar a otros formulados químicamente y mejorar el rendimiento de los cultivos sin impacto ambiental”, continuó el entrevistado en diálogo con Infocampo.

UN PRODUCTO CON HISTORIA

Por ese motivo, el especialista, detalló la importancia de un bioestimulante orgánico, destinado a mejorar el rendimiento de cultivos extensivos, como soja, maíz, trigo, cebada y girasol, y cultivares de las economías regionales, como hortalizas, vid, frutales, entre otros.

Smartfoil es un bioestimulante líquido orgánico que se aplica en momentos clave del desarrollo de diversas especies vegetales, como la floración y el cuajado de granos”, contó Piper.

El portfolio de nutrición vegetal, ALZ-Agro destaca a este estimulante líquido 100% orgánico, de origen vegetal, como una solución que brinda máxima protección frente a situaciones de estrés abiótico.

Eduardo Piper

Eduardo Piper, gerente de la división Nutrición Vegetal de ALZ-Agro.

“Es una formulación única y de alta calidad que contiene metabolitos de fermentación provenientes de la producción de levaduras (Saccharomyces cerevisiae). Esta fórmula ayuda a las plantas a mitigar el impacto que ocasionan las distintas situaciones de estrés durante períodos críticos del desarrollo, especialmente floración y cuaje”, explicó el vocero.

NECESIDAD IMPERIOSA DEL MERCADO

El equipo de Nutrición Vegetal de ALZ-Agro relevó testimonios de productores y de estos surgen que “los cultivos muestran una diferencia tanto en la calidad del cultivo como en el rinde, la sanidad y frescura del lote”.

Se trata de un producto con una amplia trayectoria en el mercado, puesto que hace más de once años que fue desarrollado y probado a campo en más de 13 países incluyendo a la Argentina. En ese escenario, Piper le dio una importancia sustancial, sobre todo al hecho de ser un material orgánico.

“La producción de alimentos requiere de productos alternativos para aumentar los rendimientos y disminuir la huella de carbono; pues eso es lo que logramos con este bioestimulante, que tienen un uso específico para las diversas situaciones y diferentes cultivos que se producen en nuestro país, con el fin de aumentar los rindes y producir alimentos más sanos”, manifestó.

Como producto líder en venta de bioestimulantes en el país, Smartfoil cuenta con certificación orgánica y es reconocido mundialmente por su innovación tecnológica y productos amigables con el medio ambiente.

“El consumidor está buscando productos más verdes, con menos intervención de agroquímicos y fertilizantes. Esta es la razón por la cual Smartfoil es demandado por cada vez más productores que analizan el contexto mundial y lo ven como una alternativa muy conveniente”, explicó el referente.

MOMENTOS DE APLICACIÓN

Según el vocero de ALZ-Agro, el mejor momento de aplicación de este bioestimulante es durante la floración de los cultivos y en el cuajado de sus granos. “Este producto tiene un mayor impacto sobre los cultivos alrededor de la floración y durante el cuajado de granos”, insistió el entrevistado.

Para Piper, muchos productores recuerdan que dentro de los primeros usos que le dieron a este bioestimulante “con la intención de rescatar algunos cultivos que tenían problemas de carry over de otras moléculas”, la respuesta satisfactoria los animó a aplicarlo con otros propósitos como nutrir o desestresar los cultivos.

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En ese sentido, destaca que “la bioeficiencia y los resultados se ven en la sanidad del lote y en la eficiencia en conversión”.

Por otra parte, aseguras que en el momento de la fecundación, la maduración y el llenado del grano, se producen muchos procesos hormonales, los cual es necesario que la planta no tenga ningún estrés en esos instantes.

Este producto provoca que la plante esté mejor preparada ante situaciones de estrés, la protege, además de nutrirla para fortalecerla”, indicó.

Vale aclarar que en algunas oportunidades, los productores lo aplican solo y, en otras, en mezcla con sulfato de amonio para ayudar a la nutrición nitrogenada. “Estos productos biológicos resultan muy interesantes debido a la gran demanda y, a su vez, a las restricciones del uso de fitosanitarios. La paleta de bioestimulantes que protegen y a la vez estimulan a la planta en tiempo y forma, es una gran oportunidad para la producción agropecuaria”, concluyó Piper.