El papa Francisco celebró hoy su primer ángelus y durante su mensaje exhortó a los fieles católicos a no dejar de pedir perdón. Dios “jamás se cansa de perdonar a los hombres”, exclamó el Pontífice y agregó que si Dios no perdonara, el mundo “no existiría”.
Vestido con su sotana blanca y una cruz de hierro colgada en su cuello, Jorge Bergoglio salió a la ventana de su apartamento papal y durante unos 15 minutos brindó su primer mensaje mariano a los casi 300.000 fieles que aguardaban por él en la plaza San Pedro.
El nuevo Papa fue ovacionado apenas salió a la ventana y devolvió el gesto saludando con la mano y con una gran sonrisa. Desde que se ha convertido en el primer Papa latinoamericano, Francisco ha sorprendido al mundo entero, por la popularidad y la aceptación alcanzada.
Con decenas de banderas celeste y blanco flameando en la Plaza San Pedro y una gran presencia de argentinos y latinoamericanos, Francisco centró su mensaje en la necesidad del perdón y en la misericordia de Dios, en un tono sencillo, contando anécdotas y manteniendo un diálogo distendido con los fieles presentes.
En un mañana fría y nublada en Roma, el Papa argentino salió puntualmente a las 12 (hora local, 8 en Argentina) de la ventana de los aposentos apostólicos y se ganó la primera ovación de los fieles, cuando dijo que la plaza San Pedro tenía las “dimensiones del mundo”.
“La misericordia cambia el mundo, hace al mundo menos frío y más justo. El rostro de Dios es el rostro de la misericordia, que siempre tiene paciencia. ¿Se han puesto a pensar en la paciencia que tiene con nosotros?”, preguntó el papa argentino a los fieles presentes.
“Dios nunca se cansa de perdonarnos. El problema es que nosotros nos cansemos de pedirle perdón. No nos cansemos nunca. Él es el padre amoroso que siempre perdona, que tiene misericordia con todos nosotros”, dijo Francisco en su primer Angelus.
Al grito de “Viva el papa” y “Francisco, Francisco”, la multitud fue colmando la plaza desde temprano, a tal punto que la gente tuvo que ubicarse en las calles laterales de la plaza y la policía cortó el ingreso porque no entraba más público.
Hacia el final del Angelus, el papa dijo que el nombre que eligió aludía al “patrono de Italia”, San Francisco de Asís, y expresó que esta situación “refuerza mi vínculo espiritual con esta tierra donde están los orígenes de mi familia”.
Sus últimas palabras fueron las que, durante muchos años, utilizaba también con sus fieles de la ciudad de Buenos Aires: “Recen por mí” y después agregó: “Buen domingo y buen almuerzo”.
Antes del Angelus, el papa celebró esta mañana su primera misa pública en la parroquia Santa Ana del Vaticano y, lejos de toda formalidad y protocolo, saludó a cada uno de los fieles presentes al término de la misma.
Como un cura de cualquier parroquia, Jorge Bergoglio se instaló a la salida del templo y saludó con apretones de mano, besos, palmadas y abrazos a cada uno de los fieles que participaron de la celebración; muchos de ellos argentinos.
Tras los saludos a cada uno de los presentes en la misa, el papa se acercó al vallado que protegía el lugar y comenzó a saludar a los fieles y a impartir su bendición, ante el desconcierto de los custodios que lo rodeaban.