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La molinería en el top rank global

El dato lo dio a conocer globalmente el International Grain Council, un organismo vinculado a la producción y el negocio granario mundial con sede en Londres: el comercio internacional de harina de trigo en la campaña 2007/08 fue el mayor en once años y la Argentina se ubicó en el segundo lugar mundial, por delante de un tradicional jugador como es la Unión Europea. La Argentina ya es el segundo exportador mundial de harina de trigo y aspira a llegar pronto al primero

El dato lo dio a conocer globalmente el International Grain Council, un organismo vinculado a la producción y el negocio granario mundial con sede en Londres: el comercio internacional de harina de trigo en la campaña 2007/08 fue el mayor en once años y la Argentina se ubicó en el segundo lugar mundial, por delante de un tradicional jugador como es la Unión Europea. La Argentina ya es el segundo exportador mundial de harina de trigo y aspira a llegar pronto al primero
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Por Infocampo

Sobre un total de 10,72 millones de toneladas expresadas en equivalente trigo, la molinería local colocó 1,4 Mt, es decir el 13%, por detrás de Kazajistán, país asiático que lideró las ventas con 1,9 Mt o el 18% de acuerdo con las cifras del IGC.

Para los argentinos, la performance que está teniendo esta agroindustria debería ser motivo de orgullo, ya que permite exportar un producto de mayor valor agregado (las harinas) que la materia prima (el grano).

No por nada es tan feroz la oposición de la molinería brasileña al ingreso de harina argentina, a pesar de que representan menos del 8% del consumo doméstico brasileño.

La molinería en nuestro país es una industria más que centenaria, que da empleo directo a 30.000 trabajadores e indirectamente a 150.000, según la Federación Argentina de la Industria Molinera.

Esta industria se conforma por unas 150 empresas, distribuidas a lo largo y ancho de las regiones productivas y consumidoras. Incluso en provincias tan alejadas de la pampa húmeda como Salta, Chaco o Mendoza existen molinos que procesan el trigo con destino a su consumo local y exportación.

Al respecto, las estadísticas oficiales muestran que a partir de la salida de la convertibilidad ha comenzado un proceso de reactivación que en la actualidad está en plena evolución.

Así de los 4,6 millones de toneladas (Mt) de trigo molidas a fines de los 90, se pasó a 5 Mt en los años inmediatos a la devaluación, para saltar a 5,7 Mt en 2007, con una proyección conservadora de 6,3 Mt para el corriente año, que en un escenario optimista podría llegar a 6,8 Mt.

Con un mercado interno estabilizado que consume unos 90 kilogramos de harina por habitante y por año, y cuyo crecimiento está mayormente vinculada al crecimiento de la población, la exportación ha resultado la vía del desarrollo de la molinería.

Esto se ve claramente en la relación entre mercado interno y externo. En los 90, sólo un 9% de la producción tenía como destino la exportación. De 2001 a 2007, esa relación trepó a 13% (prácticamente creció 50%), con un año récord como el 2007 donde la exportación representó el 18% de la molienda. Según la Faim, la capacidad de procesamiento industrial ronda las 10 millones de toneladas de trigo, con lo cual se puede inferir que de molerse este año la cifra récord de 6,3 Mt, todavía habría capacidad para moler 3,7 millones de toneladas más.

De alcanzarse esta meta, la industria estaría procesando las dos terceras partes de la producción actual de trigo, del orden de las 15 millones de toneladas.

Alberto España, titular de la Faim, cree que en 2008 la molinería podría ocupar el primer puesto como exportador mundial de harinas. ‘La tendencia del año que corre muestra un nuevo crecimiento que nos puede llevar al primer lugar’, sostiene.

Sin embargo, el camino a ser el número uno global no está cubierto de pétalos de rosa, precisamente.

Desde la Faim destacan que los países tratan de impedir el ingreso del producto industrializado, aun cuando no represente un riesgo para la molinería interna, y mencionan el caso de Chile, que aplicó aranceles móviles según el valor de la harina y el trigo, o Brasil, que cuestiona los derechos de exportación diferenciales que aplica la Argentina al producto industrializado respecto de la materia prima.

La respuesta de la Faim es contundente y lo demuestra por la vía del absurdo: si la harina y el trigo tuvieran el mismo derecho de exportación, en verdad se estaría gravando no sólo el trigo utilizado, sino los sueldos de los operarios, la energía consumida en la molienda, el material para envasar la harina, la logística, la administración, etcétera, etcétera.

Según la Faim, en 2007 se exportaron 950.000 toneladas de harina (lo expresa en toneladas de producto tal cual y no en equivalente trigo como el IGC) y este año podría registrarse un incremento significativo.

De hecho, y a pesar del conflicto agropecuario, las estadísticas de la Aduana arrojan que en el primer semestre se colocaron en el exterior 560.000 toneladas, versus 390.000 en igual período de 2007.

‘Ha sido una política permanente de la Faim dar una salida exportadora a la capacidad ociosa instalada’, agrega España. ‘Es de destacar los acuerdos logrados para abastecer a nuevos mercados como Venezuela y Cuba, así como el compromiso de mayor abastecimiento a Bolivia, lo que ha permitido organizar exportaciones conjuntas, de tal forma que hasta molinos pymes pueden participar de las mismas’, precisa el directivo.

‘Así podemos lograr el doble efecto de democratizar los beneficios del comercio exterior en toda la industria y obtener una mayor disponibilidad de harina para exportación que garantiza el abastecimiento a cualquier mercado’, sostuvo.

La molinería es una clara actividad de agregado de valor a la materia prima que sale del campo.

Normalmente se estima que respecto de un índice de 100 para el trigo, la molinería genera productos por valor de 170. En las actuales condiciones del mercado internacional esa relación puede ser aún mayor, generando riqueza para la Argentina.

Javier Preciado Patiño

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