El primer punto a tener en cuenta al momento de trabajar con un cabezal maicero es realizar un adecuado mantenimiento. En diálogo con Infocampo, el Ing. Agr. Juan Marcos Giordano, de EEA Rafaela, integrante del proyecto Precop II, destacó que el mantenimiento previo a la cosecha es tan importante como los ajustes que se realizan en la unidad al momento de la trilla.
Para un correcto mantenimiento, el profesional señaló que se debe efectuar una revisión del estado de las cadenas y sus tensores, además del aceitado y engrasado. ‘Es útil verificar el estado de los rolos destroncadores, y afilar las chapas gramilleras, que deben estar ajustadas a 1 mm de distancia’, explicó.
Estos cabezales, de acuerdo con el modo y lugar de trabajo, pueden tener una vida útil de 4.000-6.000 ha de trabajo. Giordano explicó que cada 700-1.000 ha trabajadas se debe efectuar cambio de aceite de las cajas, revisar los zafes, y reforzar el bastidor del chasis en caso de fisura. ‘Otro punto a tener en cuenta es el estado de tensión de las cadenas que mandan los sinfines, y si los mismos sinfines se encuentran desgastados’, señaló.
En cosecha de maíz, el primer punto que hay que cuidar es el ajuste de la chapa cubre rolos. ‘Se realiza en función del diámetro medio del tallo a la altura de trabajo. El mismo depende de la altura y condiciones del cultivo’, explicó Giordano.
El profesional destacó que si el cultivo se encuentra en buenas condiciones, la altura de trabajo debe ubicarse en 60-80 cm. ‘En general, se trabaja unos 10-15 cm por debajo de la altura de inserción de la espiga. Luego, de acuerdo a como se avance en el lote, si hay sectores con menor inserción de la espiga más baja se disminuye la altura del cabezal’, detalló.
En la mayoría de los cultivos, la situación normal es que la espiga presente un mayor tamaño de la caña, con diámetros de espiga de 4 a 5 cm y de tallo de 2,5 a 3 cm. En esta campaña, el profesional destacó que uno de los problemas que puede presentarse en algunos lotes es que la espiga sea más pequeña. Frente a esta situación habrá que ajustar más el tamaño de la chapa cubre-rolos:
‘La caña suele estar más deshidratada y podrá entrar, aunque sea algunos milímetros más chica que el diámetro total. Pero si la espiga tiene un diámetro igual o menor es posible que sea tragada por el cabezal’, afirmó.
A causa de la falta de agua, en esta campaña se podrían encontrar en el lote maíces de primera afectados en su etapa reproductiva en donde la espiga no haya granado. Frente a esta situación, Giordano sostuvo que una opción es retrasar la fecha de cosecha, para permitir que el tallo se encuentre más blando y deshidratado, y de este modo ajustar algunos milímetros la chapa cubre-rolos.
‘En este caso, picar un maíz con un rendimiento menor a 60-70 qq/ha tiene un mayor costo que la cosecha. Muchos productores optan por el corte e hilerado, para su posterior enrollado”, sostuvo.
En cuanto a la regulación de los puntones, su posición de trabajo debe ser casi paralela al suelo. ‘En caso de cultivos caídos debe regularse de manera que copie hacia arriba y no hacia abajo, cuando se encuentre casi contra el suelo. De esta manera, se evita que el cabezal se clave’, señaló.
Una velocidad adecuada de cilindro para el caso de maíz seco, según detalló el profesional, se ubica en un rango de 350-400 RPM. ‘En maíz húmedo, con una humedad de 16-18%, se puede elevar hasta las 600 RPM’, sostuvo.
Giordano manifestó que el nivel de tolerancia de pérdidas es de 156 kg/ha, de los cuales 109 kg/ha se ubican en el cabezal, y 47 kg/ha en cola. ‘El 80% de las pérdidas por cabezal son por deficiencias en el ajuste de las chapas cubre-rolos, y el resto por espigas arrojadas fuera del cabezal’, concluyó.
(Artículo publicado en la edición de hoy de Infocampo Semanario)