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Pese a las medidas tomadas, la ola de delitos no cesa

Carlos Russo, secretario de redacción de la revista El Federal, realizó, junto al equipo de producción de Infocampo, una investigación sobre la situación particular que se está dando sobre la ruta 41, en la provincia de Buenos Aires. En Infocampo TV, desarrolló los resultados de este estudio.

Carlos Russo, secretario de redacción de la revista El Federal, realizó, junto al equipo de producción de Infocampo, una investigación sobre la situación particular que se está dando sobre la ruta 41, en la provincia de Buenos Aires. En Infocampo TV, desarrolló los resultados de este estudio.
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Por Infocampo

Una ola de delitos asedia los aledaños de la ruta 41. La región, el cuarto cordón del Conurbano bonaerense, comprende las ciudades y zonas rurales de Suipacha, General Las Heras, Navarro, San Andrés de Giles y Mercedes. Allí, en una superficie de 5800 km cuadrados, viven casi 208.000 personas.

Hacia esa extensa zona de la provincia de Buenos Aires, hoy convertida en la Capital del delito rural, viajó Infocampo para conocer “los rostros del temor”.

En Suipacha, vive junto a su familia Arturo Diehl, quien el 6 de junio sufrió en carne propia el accionar de los maleantes

“Llegamos al campo con mi señora y cuando abro la puerta que estaba cerrada con llave aparecieron de golpe 5 personas armadas, uno me golpeó la cabeza y me hizo un corte en el cuello cabelludo”, destacó Diel.

Después de unas dos horas de revisar la casa y los galpones, finalmente se llevaron 70 mil pesos y 2 camionetas cargadas de todo lo posible: un televisor, joyas, armas y hasta el mate con su correspondiente carga de yerba.

Pero el de Arturo Dihel no fue el único caso resonante. La cerealera Avi-Sargo, en San Andrés de Giles, es hasta ahora el suceso donde los delincuentes se alzaron con el mayor botín. Gustavo Paresi, uno de sus dueños, también se animó a dar la cara.

Paresi señaló que “ingresaron a la casa del casero, lo redujeron, lo ataron, y preguntaron cómo se hacía para cargar soja, pero el casero no sabía .Entraron al galpón y se llevaron todo el insumo que había, herramientas varias, cubiertas de camiones, después revolvieron al oficina y encontraron dinero en efectivo”.

Del local se llevaron todos los agroquímicos que había, herramientas y 70.000 pesos en efectivo y un camión que justo volvía del puerto a la hora del asalto.

Todos los indicios apuntan hacia la hipótesis de que hubo entregadores. Según la investigación, venían con información precisa porque estuvieron cerca de dos horas y media y trabajaron con total tranquilidad.

Como consecuencia de esta serie de delitos, la policía decidió colocar puestos fijos de control en los caminos por donde suelen realizarse las fugas y reordenaron la recorrida con patrullas rurales por los campos.

Tras el inicio del mega-operativo todo pareció calmarse, pero el martes 21 de junio rompió la esperanza: Dos fincas de Mercedes fueron asaltadas por un grupo de delincuentes armados y encapuchados que mantuvieron como rehén a uno de sus propietarios. Los esfuerzos, entonces, parecieron insuficientes.

¿Cuál es la respuesta policial a todos estos casos? Las autoridades policiales no descartan que sea más de una banda o la misma con dos o tres células.

Un inspector de la zona señaló que “sobre estos hechos se está trabajando con la Dirección Departamental de Investigaciones de Mercedes y en forma conjunta hay 2 o 3 líneas de investigación, que no descartan que podrían provenir del gran Buenos Aires.

El inspector se siente confiado en que las prevenciones tomadas -50 móviles y 250 efectivos- terminen con el poco feliz bautismo que acaba de recibir la zona.

Por ahora, la soledad de los caminos rurales, más evidente cuando cae la noche, acentúan la indefensión de los productores, que no encuentran demasiadas alternativas: Sólo esperar que no les toque.

Carlos Russo aseguró en Infocampo TV que al recorrer los campos

y hablar con la gente de la zona, la sensación que lo invadió fue de “desprotección”.

En este sentido, destacó que “a pesar de los esfuerzos de las patrullas rurales, que ahora redoblaron la vigilancia, en esos lugares hay mucho miedo”.

Por otro lado, resaltó que “la sensación de muchos productores es que ya no es posible vivir en el campo”.

Así, señaló que existe una tendencia por la cual la gente comienza a vivir en los pueblos durante la noche y sólo se moviliza hacia los campos para trabajar durante el día.

“Esto por supuesto que resiente la productividad”, señaló Russo.

Asimismo, reconoció que “son bandas muy organizadas donde hay gente que está indicando qué gente tiene dinero y dónde se está comercializando lo robado”.

Russo agregó que “se llevan de todo: el camión con los agroquímicos; en el caso de AviSargo querían llevarse la soja, debe tener una estructura de comercialización muy importante”.

Con respecto a la percepción de la gente frente a las medidas tomadas por el Ministerio de Seguridad bonaerense y por la policía, Russo destacó que “hay un descreimiento profundo, porque ven lejana no sólo a la policía sino también a la justicia”.

Así, agregó que “en esta zona, se está dando un esfuerzo en este sentido, pero todavía no se están rindiendo los frutos que se esperaban”.

Russo sostuvo que “la gente pide protección, aunque no sabe muy bien lo que habría que hacer para terminar con esto”.

El secretario de redacción de El Federal, señaló que “lo que en principio vendría a hacer el Ministerio, es establecer un área diferenciada dentro de lo que es el delito rural, que es un área de inteligencia tal como funciona en el conurbano bonaerense”.

Russo consideró que “esto me parece s una buena idea, creo que las patrullas rurales tienen más un significado psicológico que real”.

En este sentido, opinó que “hay que hacer inteligencia, porque estamos hablando de bandas organizadas, no estamos hablando de gente que va a robar sin saber lo que va a robar, y se mete en cualquier campo, hay una inteligencia previa que muchas veces está vinculada con gente de cada una de las ciudades”.

Finalmente, Russo confirmó que en el campo, es frecuente ver gente que trabaja con la escopeta al lado. “Es una sensación de desprotección total”, destacó.

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