La Argentina volvió a marcar un hito en materia de biotecnología agropecuaria. En los últimos dos años, el Gobierno Nacional aprobó 38 productos genéticamente modificados (OGM), la cifra más alta desde que el país comenzó a autorizar este tipo de desarrollos en 1996.
El dato no solo representa un récord histórico, sino que además implica que casi el 28% de todas las aprobaciones realizadas en los últimos 29 años se concretaron durante la actual gestión.
La información fue dada a conocer por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, dependiente del Ministerio de Economía, y confirma una clara señal de política pública orientada a agilizar los procesos de evaluación, autorización y registro de eventos biotecnológicos, con impacto directo en la competitividad del agro y de las cadenas industriales asociadas.
Con nuevos eventos biotecnológicos, la soja y el maíz suman protección contra insectos
MÁS OGM, MÁS DIVERSIDAD PRODUCTIVA
Solo en el transcurso del año en curso, la cartera agropecuaria nacional autorizó 13 productos genéticamente modificados, de los cuales 11 corresponden a vegetales, el número más alto de los últimos seis años, y 2 a microorganismos, destinados principalmente a la producción de bioetanol y al desarrollo de vacunas.
Si se amplía la mirada a fines de 2023 y a lo largo de 2024, el volumen de aprobaciones crece de manera significativa: 6 productos vegetales y 19 microorganismos genéticamente modificados, utilizados tanto en sanidad animal como en procesos industriales vinculados a la bioenergía.
En el caso de los cultivos, el abanico de especies incluye soja, maíz, algodón, cártamo, entre otros, con eventos diseñados para mejorar rendimientos, tolerancia a herbicidas y resistencia frente a insectos y enfermedades, variables clave para sostener la productividad en un contexto de mayor presión climática y sanitaria.
BIOTECNOLOGÍA MÁS ALLÁ DEL CAMPO
Uno de los aspectos más destacados del último período es el fuerte crecimiento en la aprobación de microorganismos genéticamente modificados, una categoría que gana peso estratégico.
Estos desarrollos permitieron maximizar la eficiencia en la producción de bioetanol y avanzar en vacunas para prevenir enfermedades animales, con impacto directo en la sustentabilidad de los sistemas productivos y en la sanidad de los rodeos.
En los últimos dos años, el Gobierno Nacional aprobó 38 productos genéticamente modificados, la mayor cantidad en la historia del país. Este avance reafirma el liderazgo de la Argentina a nivel regional y global. Más info https://t.co/dWSNSQfFeU pic.twitter.com/mFs7JaxPRv
— Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (@agriculturaar) December 18, 2025
Desde el Gobierno remarcan que este avance no se limita al plano agrícola, sino que también fortalece a sectores industriales y energéticos, consolidando a la biotecnología como una herramienta transversal para el desarrollo económico.
UN PROCESO ÁGIL, PERO CON CONTROLES
Desde la Secretaría de Agricultura subrayan que este récord de aprobaciones es resultado de una línea de trabajo orientada a reducir tiempos sin resignar rigor técnico, aportando mayor previsibilidad a las empresas y a los desarrolladores locales e internacionales.
El proceso de evaluación se realiza a través de la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA), encargada de analizar la seguridad de los eventos para el agroecosistema, y del SENASA, que verifica el cumplimiento de los más altos estándares de inocuidad alimentaria para el consumo humano y animal.
Ambos organismos actúan como pilares del sistema regulatorio argentino, reconocido a nivel internacional por su solidez científica y su trayectoria.
LIDERAZGO REGIONAL CON PROYECCIÓN GLOBAL
Con 134 productos genéticamente modificados aprobados desde 1996, la Argentina ratifica su lugar entre los países líderes en biotecnología agropecuaria, tanto en América Latina como a escala global.
El salto registrado en los últimos dos años no solo refuerza ese posicionamiento histórico, sino que también abre nuevas oportunidades para la innovación, la inversión y la agregación de valor en origen.
En un escenario internacional donde la tecnología aplicada al agro gana centralidad, el mensaje es claro: la Argentina apuesta a la biotecnología como motor de productividad, sustentabilidad y desarrollo.

