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Rivara: de la chacra a las góndolas

Operan en toda la cadena de valor de los granos y desarrollaron el know how de las especialidades. Su última inversión fue Fortín Esperanza, una planta de extrusado de granos en Nueve de Julio.

Operan en toda la cadena de valor de los granos y desarrollaron el know how de las especialidades. Su última inversión fue Fortín Esperanza, una planta de extrusado de granos en Nueve de Julio.
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Alberti, la localidad a la vera de la Ruta 5 entre Chivilcoy y Bragado, es tierra de los Rivara. Allí, en 1936, Adolfo Rivara inició su relación con los chacareros con un almacén de ramos generales.

Hoy su nieto Fernando (hermano del ex ministro bonaerense Raúl Rivara) pilotea una empresa familiar que abarca desde la agricultura en unas 15.000 hectáreas, hasta la producción y comercialización de aceite de girasol orgánico, pasando por la molienda seca de maíz, el acopio, los servicios de siembra y la venta de insumos.

En 1995 adquirieron un elevador de lo que fuera la ex Junta Nacional de Granos, a la entrada del pueblo, y con la ayuda del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti) lo transformaron en un molino de maíz, con capacidad para procesar 140 toneladas de cereal por día. Allí se produce polenta (que se vende con marca propia), sémolas y trozos, con los que luego se elaboran los corn flakes.

Esta unidad de negocio opera con maíces libres de transgénicos (no OGM), lo cual llevó a la firma a especializarse en la producción y el comercio de estos productos.

“Originalmente contratábamos la producción a terceros, pero por los problemas que tuvimos decidimos encarar nosotros mismos la siembra, para asegurarnos la calidad del producto final”, sostiene Rivara. Hoy en día, la compañía hace agricultura en unas 15.000 hectáreas, parte dedicada a las especialidades orgánicas y parte con materiales convencionales.

Cuenta con una red de acopios en Alberti, Pla y Quintana, con una capacidad total en el orden de las 50.000 toneladas y una logística tal que le permite preservar la identidad de los materiales. “Podemos saber de qué lote de campo vino el maíz que está en un paquete de polenta”, se enorgullece Rivara. Por otra parte, en Nueve de Julio montó una planta de “alimentos funcionales”, bajo la denominación Fortín Esperanza. Allí procesan girasol orgánico y obtienen aceite orgánico que comercializan en este circuito de especialidades. También están probando con cártamo y soja no transgénica.

El proceso se realiza por extrusado y prensado, con una capacidad de 30 toneladas de grano por día. Fernando Rivara está convencido de que uno de los caminos del crecimiento empresario pasa por el desarrollo de especialidades. Para ello cuenta con certificaciones de Haccp (de seguridad alimentaria), de buenas prácticas de manufactura y de orgánicos, aceptadas por la UE, los Estados Unidos y Australia.

“De acá a cinco años me imagino con más inversiones en acopio, el molino (de maíz) y la planta de Nueve de Julio”, opinó Rivara durante la visita de Infocampo.

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