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Una nueva mirada para que la agricultura “rinda” mejor: de los kilos por hectárea a los kilos por mm de agua

En el marco de un ciclo de capacitaciones para productores y profesionales organizado por Aapresid, se analizaron los desafíos que impone la mayor demanda global de alimentos.

cosecha de maíz
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Por Infocampo

En el período 2018-2050, la demanda por alimentos crecerá un 47% y esto representa un doble desafío para la cadena agroindustrial, que además de elevar el volumen de producción en granos y carnes, no deberá perder de vista el impacto ambiental. 

En los últimos años, los consumidores se han vuelto cada vez más exigentes y además de demandar mayor información sobre cómo se produce la comida que llega a sus platos, exigen que se reduzca el impacto en el medio ambiente

Estos temas fueron abordados en un ciclo de capacitaciones para productores y profesional de la agronomía, organizado por la Asociación de Productores en Siembra Directa (Aapresid), y que se denomina “Aaprender”. 

Allí se analizaon en profundidad los desafíos que la agricultura enfrenta a nivel global y cómo se pueden unir el incremento en la productividad, sin perder de vista la sustentabilidad.

El investigador Fernando Andrade, con pasado en el INTA, fue uno de los disertantes de la jornada y explicó que a partir del crecimiento poblacional y el aumento del poder adquisitivo de amplias franjas de la población, en los próximos años se registrará una fuerte presión tanto sobre la producción de granos como de carnes.

En su libro “Desafíos de la Agricultura Global”, Andrade estimó que en el período 2018-2050, el mundo demandará un 47% de alimentos

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Andrade calculó que para 2050, la demanda de alimentos a nivel mundial crecerá un 47%

“La mayor producción viene asociada con mayor impacto ambiental y el gran desafío es desacoplar esa mayor producción del impacto ambiental”, explicó. Y agregó: “El gran desafío es producir más, pero hacerlo de manera más sostenible”. 

EL ROL DEL CONOCIMIENTO

Más allá de las cuestiones técnicas vinculadas al manejo agrícola, el investigador destacó el rol del aporte científico para la mejora de la sustentabilidad.

Desde su perspectiva, esto se genera a partir de la colaboración entre distintos actores de la cadena y la interacción de distintas disciplinas. 

“Se conforman sociedades que aprenden sobre este objetivo de intensificar sosteniblemente”, explicó Andrade. En estas instancias, se perfila una tendencia que gana cada vez más espacio: intensificar el manejo de procesos por sobre los insumos.

UNA NUEVA MANERA DE PENSAR LA EFICIENCIA

Rodolfo Gil, de Aapresid, retomó los conceptos de Andrade y los trasladó al ámbito local, a partir de las características del sistema productivo argentino.

“Todo arranca desde entender que para sostener el equilibrio de un sistema, todo lo que se produce en términos de biomasa, todo lo que proviene de la fotosíntesis, tiene que estar en equilibrio con lo que se consume, qué es lo que llevamos en el camión como grano, forraje o carne”. 

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Gil: “Lo que se produce debe estar en equilibrio con lo que se consume”

En esta instancia, destacó que existen tres conceptos claves, que son productividad, eficiencia y respetar los tiempos de los procesos biológicos.

Al respecto, explicó que como la superficie para producir es limitada y el crecimiento no vendrá por ese lado, se deben reformular paradigmas

Así que, más que pensar en la eficiencia a partir del clásico kilos por hectárea, expresó que hay que introducir una nueva mirada, centrada en los recursos disponibles: kilos por milímetro de agua o por unidades de nitrógeno, solo por mencionar algunos. 

“Tenemos que ajustar las tecnologías en función de las ambientes, eso nos va a diferenciar y vamos a realmente entender dónde están las diferencias entre una agricultura que llamábamos tradicional basado en una labranza, y la agricultura sustentable que buscamos“, concluyó.