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La impactante desolación tras el paso devastador del fuego

La Voz del Interior realizó un sobrevuelo sobre las miles de hectáreas quemadas en Calamuchita. Aún quedan tres focos activos.

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Por Infocampo

Un vuelo que La Voz del Interior hizo sobre las miles de hectáreas quemadas en Calamuchita, donde aún queda hoy un foco sin extinguir, da otra dimensión visual del siniestro. En tanto, en la provincia, aún quedan tres focos sin extinguir.

Por lo menos 25 mil hectáreas, aunque algunos calculan más, arrasó ya el fuego tras siete días de incendios en el Valle de Calamuchita. Entre el fuego y las cenizas, lo que desde abajo quema y duele, desde arriba impacta porque da mayor dimesión del daño producido por el fuego.

En un helicóptero Bell del Ejército Argentino, que colabora con el operativo como medio de transporte y vigía, un periodista y un fotógrafo de La Voz recorrieron ayer la zona más afectada por los incendios que llevan siete días en Córdoba.

Desde el aire, la visión estremece. En una amplísima área del sector más alto del valle de Calamuchita, casi todo quedó pintado de negro. Sólo algún islote verde, o amarillo por la sequía, se salvó de resultar quemado.

El vuelo permitió ayer comprobar que un foco de fuego sigue activo. Es el mismo que por estas horas todavía se combate, en la zona de Pinar de los Ríos, cerca de El Durazno, a unos seis kilómetros de Villa Yacanto.

Allí, desde el aire, un centenar de bomberos parecen hormigas anaranjadas “pegándole” al fuego, en el borde de ese foco rebelde. Se los ve ir y venir entre los pinos y pastos que arden y el humo que los domina.

Laderas de pastizales, forestaciones de pinos y sectores de montes se ven quemados, por kilómetros.

Cuando se sobrevuela Villa Yacanto, el impacto suma al de la naturaleza dolida y afectada, el factor humano, a la vista, con decenas de casas y cabañas de las que sólo se ven restos.

Desde arriba, se percibe con más asombro lo que desde abajo cuentan sus consternados vecinos: es evidente que las llamas que se llevaron puesto una parte menor del pueblo, por poco no lo arrasaron entero.

Ganar altura da lugar a otro asombro: entre tanto paisaje ennegrecido, se ven islitas salvadas del fuego. Son los predios que rodean a casas. Decenas de ellas, en la zona más crítica, muestran que el fuego les llegó a metros y por los cuatro costados.

Hay una sola explicación y casi ninguna rareza: allí hubo bomberos y lugareños arriesgando todo para que, al menos eso no se quemara.

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