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De Alberti a Iowa: Sol, la joven que cumplió su sueño de cosechar en EEUU y cuenta su experiencia

Sol Carretoni es una joven agrónoma y agroinfluencer que por segundo año consecutivo fue a trabajar con una firma agrícola de Iowa. Con realidades productivas y tecnológicas similares, no duda: “La gran diferencia son las estructuras políticas y económicas”

Favio Re
Por Favio

Jefe de Redacción de Infocampo.

Cuando Sol Carretoni decidió estudiar agronomía, como una manera de continuar con el legado familiar productivo en Alberti (Buenos Aires), también cargó en su valija un sueño: participar de una cosecha en Estados Unidos.

“Fue una aspiración que tuve desde la Facultad, porque siempre la agricultura de referencia ha sido la de Estados Unidos”, relata desde Iowa.

Sí, aquel sueño de sus épocas de estudiante se cumplió: por segundo año consecutivo, viajó al país norteamericano y fue parte de la recolección de granos gruesos realizada por la compañía Wayland Farms.

Sin embargo, el camino no fue sencillo: alcanzar ese anhelo fue producto de la insistencia, de “golpear puertas” por medio de llamadas telefónicas y envíos de e-mails y de no claudicar en seguir intentándolo en una sociedad no tan acostumbrada a que “extraños” pretendan trabajar con ellos.

Hoy, Sol ya está de vuelta en Argentina, cosechando trigo y sembrando granos gruesos en Alberti. Eso, mientras cumple también con su rol comunicacional como una de las “agroinfluencers” con más seguidores del país.

¿Cuáles son las principales similitudes y diferencias entre trabajar en el campo argentino y en el estadoudiense? ¿Cómo influye la política y la economía? ¿Qué barreras hay que vencer para poder llegar a ser parte de una empresa norteamericana? Esas y otras preguntas responde en una profunda entrevista con Infocampo.

SOL CARRETONI, DE ALBERTI A IOWA

-¿Cómo nació la idea de ir a cosechar a Estados Unidos?
-Era una aspiración que tenía desde la facultad, ya que la agricultura de referencia siempre era la de Estados Unidos. Intenté conseguir una beca a través de la Facultad de Agronomía y la Universidad de Illinois, y fue difícil: aunque tenía buenas notas, el inglés es algo fundamental. Pasé todas las etapas, pero en la última instancias de la entrevista me dijeron que mi inglés “no era ni básico”. Eso me corrió de la posibilidad de una beca, pero no abandoné mis ganas de conocer la agricultura estadounidense.

-Y lo lograste…  
-Después de recibirme, junté plata y me fui cuatro meses por mi cuenta a Estados Unidos. Viajé a un estado muy agrícola donde tenía una prima, lo cual ayudó mucho. Y también me acoplé a un grupo de productores uruguayos para recorrer campos, industrias de biodiésel, vimos todo el gran valor agregado que la hacen al maíz.

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-¿Cómo fue que te abran las puertas en un campo estadounidense? A lo lejos se los ve como una sociedad más cerrada.
-Sí. Recorrí muchísimos campos y tenía una lista donde preguntaba si necesitaban gente para la cosecha. El sueño del productor argentino es conocer la agricultura desde adentro. Los estadounidenses, especialmente en el interior que son pueblos como Alberti donde todos se conocen), no están acostumbrados a que alguien salga a “tranquerear”. Finalmente, caí en Wayland después de ir directamente al campo, ya que no me respondían las llamadas.

-Debes haber trabajado muy bien, porque te volvieron a llamar.
-Sí, quedó una relación buenísima y allí algo notable es que tienen casas preparadas para la gente que trabaja con ellos, entonces trabajas y vivís en el campo sin problemas, todo perfecto. La experiencia fue hermosa y yo les dije que no puedo venirme nueve meses desde Argentina, porque allí tenemos nuestro trabajo en la empresa familiar, pero que si me necesitaban dos meses en la época intensa de cosecha venía. Así que me llamaron y acá estoy de vuelta. Claramente con otros ojos, de movida puedo hablar un poco más en inglés, y absorbí todos los aprendizajes del año pasado que le sacaba foto a todo y por ahí me miraban como “¿por qué le sacás foto a la camioneta?”.

-¿Qué diferencias y similitudes hay entre Wayland y la empresa familiar en Alberti?
-En Argentina somos una empresa familiar chica, mediana, en una zona de Buenos Aires que tiene muy buenos suelos, similares a lo de Iowa, así que en eso somos parecidos. Y Wayland, aunque en otra escala, también es familiar. Además, cultivan los mismos granos que nosotros, a excepción de cultivos de invierno que ellos no hacen por la nieve. La gran diferencia es la profesionalización: en Wayland ya cada uno ocupa su rol, tiene su tarea asignada, que es algo que a nosotros todavía nos falta. Uno de los principales problemas de las empresas familiares es la transición generacional y la profesionalización. Es algo que me quiero llevar a Argentina.

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-Entiendo que Wayland produce campos propios y también alquilan; es decir, un modelo también similar al argentino.
-Sí. Si bien en general cada productor trabaja su tierra, porque el acceso a maquinaria agrícola es muy fácil por el financiamiento, conocí más empresas que alquilan campos y “toman la zona”, como sucede a veces en Argentina. Además, si los costos no te dan, que pasa seguido en Estados Unidos, se busca alquilar más tierra para cerrar los números.

-¿Y existen los contratistas como en Argentina?
-No es lo más común, porque insisto en que la maquinaria aquí es muy fácil de comprar mediante créditos. Pero sí los hay, y son también de grandes dimensiones, capaz tienen 10 cosechadoras.

-Bueno, más allá de estas semejanzas que vas planteando, en general, ¿a dónde apuntarías si tuvieras que resumir diferencias y parecidos entre la agricultura argentina y la de los “farmers”?
-Lo similar es que acá o allá es agricultura, y la actividad tiene sus tiempos naturales que son ineludibles. Tienen la misma cultura de trabajo que nosotros que si hay que aprovechar una ventana de siembra o cosecha y laburar de sol a sol, lo hacen. Después, en lo que respecta a manejo agronómica, algunas cosas son distintas, pero a grandes rasgos no hay enormes diferencias.

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-Entiendo. A esta altura, tengo miedo de abrir el capítulo política y economía…
-Ahí está la clave. Hay un paper que leí y se llama: ¿Por qué Pergamino no es Iowa? Y habla más de las cuestiones políticas y socioeconómicas, que de las cuestiones del ambiente, porque salvo por la nieve, todo lo demás es muy similar. Entonces la gran diferencia para mí recae toda en las estructuras económicas y políticas que tenemos diferentes.

-¿En qué se nota eso?
-Por ejemplo, en que nosotros no podamos tener una cosechadora como tienen ellos, de dimensiones gigantescas, pero que la pueden tener por su sistema de créditos. O ellos aplican muchísimo fertilizante, al punto de que tienen problemas con el agua, porque no se miden como nosotros. En Argentina hacemos una agricultura muchas veces de subsistencia, de poner el producto “hasta ahí”, y acá no, le mandan, si ponen de más no importa.

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-En lo agronómico, de todos modos, ¿hay algún aspecto particular que sea diferente a Argentina?
-Sí, acá siembra directa hay poco, que igual tiene sus justificaciones. Y lo otro es la distancia entre surcos es mucho más ancha que en Argentina, que allá ponemos las plantas más cerca para evitar la proliferación de malezas, pero ellos distancian más para que pueda pasar bien la maquinaria. O sea, priorizan más la logística que la limitación de rinde o productividad, porque al fin y al cabo el maíz les rinde 140 quintales sembrándolo a 76 centímetros entre surcos, entonces qué más pueden hacer la verdad.

-Imagino también que habrá muchas cosas que realmente sorprendan. Vi una imagen en tus redes, por ejemplo, de un mega silo impresionante.
-Todos los silos son gigantes, porque se agrega mucho valor con biocombustibles o proteína animal. Pero hay uno que tenía una leyenda del “silo más grande del mundo”, que no sabía si era cierto, y lo busqué, y sí. Ellos aseguran que hasta podría entrar un avión de larga distancia adentro. Tiene la capacidad de recibir la carga de 2000 camiones.

-¿Cuánto? Eso es más o menos la mitad de lo que entra a todo el Gran Rosario en época de cosecha.
-Sí, tremendo, es una cantidad infernal y en 30 días lo consumen. Es cierto que en el mismo Rosario hay grandes celdas que pueden almacenar más, pero así un silo metálico de chapa de este tamaño no existe en otra parte del mundo.

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-Volvamos a lo que decías de la cultura de trabajo, similar a la Argentina. ¿Al momento de la cosecha también llevan una casilla? ¿Se come asado en las paradas?
-Ellos no tienen casilla, porque en general se trabaja todo muy cerca y como el combustible es relativamente barato, no hace falta tener una casilla y quedarse en el campo, van y vienen con la camioneta y las máquinas. Y entonces no hace falta tampoco hacerse de comer en una casilla, es todo con viandas. Es real que se puede vivir comiendo hamburguesas (se ríe). Y después todos los sábados se hace el “Pizza Harvest”: a las 6 de la tarde se frena todo y se come pizza. Está buenísimo, es como un mimo que te dan.

-Entonces, en definitiva, ¿qué es lo que te llevarías de Estados Unidos para replicar o aggiornar en Argentina?
-Me inclino más que nada por las cuestiones políticas y económicas, porque claramente en la tecnología estamos dentro de todo bien. Pero otro ejemplo son los seguros agrícolas: acá te cubren no solo el rinde, sino también el precio: o sea, si te baja el precio del producto, por más que hayas tenido buenos rendimientos, el seguro te paga. Uno lo piensa y en Argentina parece inviable, pero acá el Gobierno ayuda mucho. Por eso apunto más a la política que a lo productivo, porque al fin y al cabo Argentina también es un líder mundial en alimentos y por algo lo es.

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-Pero hablando de lo político y económico: si allá no existen retenciones, si tienen buenos suelos, maquinaria con financiamiento, combustible barato… ¿por qué decías antes que los márgenes a menudo no les dan?
-Hay insumos que son más caros, como los fertilizantes. Y todos tienen seguros, los pagan sí o sí. También los fletes, son todos cortos. La verdad que no es súper rentable al menos en esta zona, necesitas un rinde de equilibrio de 140 quintales en maíz y de 45 en soja para tener buenos números. Uno los escucha a los farmers y es lo mismo que en Argentina: lloran porque no les da el margen.

-En resumen, en Argentina puede que estemos mal en algunas cosas, pero no estamos tan mal. O Estados Unidos no está tan bien.
-Sí, en gran medida tienen los mismos problemas que nosotros e incluso capaz algunos que nosotros no tenemos.

-A partir de ahora, ¿la idea es ir todos los años a Iowa?
-Mirá, el año pasado dije que no venía más, porque había estado cuatro meses en Estados Unidos y me pareció mucho, y al final terminé volviendo, y el año que viene me veo otra vez. Ya me hice amiga de los norteamericanos: pensaba que eran muy cerrados y son buenísimos. Me re divierto.

-Para cerrar, ¿qué recomendaciones finales le darías a alguien que, como vos, quiera cumplir su sueño de ir a trabajar al campo estadounidense?
-Primero, saber inglés. Es fundamental. Y después estar abierto a poder desempeñar múltiples tareas. Yo soy agrónoma y terminé de manejando un camión. Si uno está abierto a todo el abanico de posibilidades, ellos te abren las puertas de todo. Pero antes que todo eso, saber manejarse: es todo por mail o llamada telefónica, que tenés que tener una línea de Estados Unidos para poder hacerla. WhatsApp no usan como nosotros. También usan mucho más Facebook, no tanto Instagram.

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