Luego de que el Gobierno anunciara una nueva baja de retenciones, aunque aún no se oficializó a través de su respectiva publicación en el Boletín Oficial, desde el Instituto de Estudios (IERAL) de la Fundación Mediterránea dieron a conocer un análisis sobre cómo queda la rentabilidad agrícola para la campaña 2025/26 a partir del nuevo esquema tributario.
Esto, comparado contra la rentabilidad de un escenario en que las alícuotas de derechos de exportación para soja y subproductos, maíz, trigo, girasol y cebada se hubiesen mantenido sin cambios desde la asunción del gobierno actual.
En concreto, el autor del reporte, el economista Franco Artusso, intenta responder a la siguiente pregunta: ¿en cuánto mejoró la rentabilidad del campo por la rebaja de retenciones? También presenta una estimación del costo fiscal de la medida y de los recursos que se han devuelto al sector privado a partir de reducir esta carga tributaria.
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LAS RETENCIONES Y LA RENTABILIDAD AGRÍCOLA
“El impacto de la baja impositiva sobre la rentabilidad neta del productor no es homogéneo, sino que depende de las características de este. En este sentido, intentando captar la heterogeneidad del sector, los cálculos se presentan para los cuatro modelos agrícolas que IERAL utiliza habitualmente para seguir el tema”, explica inicialmente Artusso.
Los mismos se definen a partir de dos zonas geográficas —la zona núcleo (sudeste de Córdoba, sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires) y la zona extrapampeana (norte de Córdoba, Santiago del Estero y otras áreas del centro-norte del país)— y dos modalidades de tenencia de la tierra (campo propio y campo alquilado).
En todos los casos se asume una escala de 500 hectáreas, una rotación de cultivos 50% soja-50% maíz y rendimientos medios de los cultivos según zona.
Así, el primer resultado que arrojan los cálculos de Artusso comparando las nuevas alícuotas de soja (24%) y maíz (8,5%), contra las que había inicialmente en el Gobierno de Milei (33% y 12%), es que según la zona y el régimen de tenencia de la tierra, el esquema tributario vigente implica una mejora de entre U$S 38 y 76 por hectárea en la rentabilidad neta del productor respecto de la que se habría registrado en 2025/26 si las alícuotas no bajaban.
“Esto se explica por una reducción de la carga tributaria total —entendida como el porcentaje de la renta generada (ingresos menos costos) que el productor no puede apropiarse por efecto de los impuestos— de entre 8 y 20 puntos porcentuales, según el caso”, destaca Artusso.
LAS RETENCIONES Y LA CARGA TRIBUTARIA
Sin embargo, el investigador menciona que, aún a pesar de este alivio impositivo, la carga tributaria continuará siendo muy elevada en 2025/26: del 53-73% para propietarios y arrendatarios de zona núcleo, y del 67-123% para propietarios y arrendatarios de zona extrapampeana, respectivamente.
En este marco, realiza dos observaciones para que se entienda este punto:
- 1) Que la carga tributaria supere al 50% en todos los casos significa que, en dólares por hectárea, el productor seguirá pagando más por impuestos que lo que logre conservar como margen neto el próximo año.
- 2) Que la carga tributaria resulte superior al 100% para arrendatarios de la zona extrapampeana significa que los impuestos siguen haciendo inviable a la actividad en este caso (nótese en Cuadro 1 que en este caso los márgenes son negativos en los dos escenarios).
“Este último punto sirve para ilustrar la importancia de continuar con el proceso de reducción de DEX: muchas de estas tierras que hoy no son rentables a causa de los impuestos (zonas marginales, de menor productividad y mayor distancia a los puertos, especialmente si pagan alquiler) podrían volverse rentables y reactivar la expansión de la frontera agrícola”, explica el economista.
Y completa: “El reciente anuncio marca el camino. Si bien la reducción de alícuotas fue pequeña y queda mucho camino por recorrer (sobre todo en el caso de la soja), lo importante es que se anuncien reglas claras y permanentes y se eviten medidas transitorias, como algunas de las que se observaron este año”.
LAS RETENCIONES: ¿CUÁNTO “DEVUELVE” EL GOBIERNO AL CAMPO?
En tanto, en el plano fiscal, Artusso replica el ejercicio contrafáctico aplicado a los márgenes: se estima cuál sería la recaudación por derechos de exportación sobre granos y sus derivados en 2026, dados la producción proyectada y los precios esperados, bajo las nuevas alícuotas, y se compara con la recaudación que habría resultado de mantener las tasas vigentes en diciembre de 2023.
En este marco, cabe recordar que, tras la última reducción, las alícuotas actuales se encuentran entre 27% y 37% por debajo de las observadas dos años atrás, según el producto.
Las estimaciones indican que, con las alícuotas vigentes, la recaudación por DEX en 2026 rondará los U$S 5.030 millones (considerando únicamente productos agropecuarios y sus derivados). Si se hubieran conservado las tasas de fines de 2023, la recaudación ascendería a casi U$S 7.000 millones, manteniendo constantes los volúmenes de producción y exportación.
“En otros términos, las modificaciones aplicadas en los últimos dos años implicaron una devolución cercana a U$S 1.950 millones al complejo productivo. La reducción más reciente tendría un impacto fiscal anual de aproximadamente U$S 520 millones, equivalente a una cuarta parte del monto ya devuelto”, estima Artusso.
Finalmente, vale mencionar también que una parte significativa de la recaudación que se pierde por la reducción de los DEX se recupera de manera automática a través del Impuesto a las Ganancias y otros impuestos vinculados a la actividad económica (IVA, Débitos y Créditos, Ingresos Brutos), en la medida en que mejoran los ingresos del productor, el consumo y la inversión.
Esto se debe a que el sector agropecuario no tributa únicamente vía retenciones, sino que enfrenta una carga impositiva múltiple, tanto nacional como provincial, de manera directa e indirecta (por ejemplo, a través del crédito, los insumos y los servicios).
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No obstante, la reducción de las retenciones constituye un esfuerzo fiscal significativo para la Nación, dado que la mayor parte del incremento de la recaudación inducida se produce en impuestos coparticipables, mientras que la pérdida derivada de la baja de retenciones impacta exclusivamente sobre el Tesoro nacional.
“Lo anterior pone de manifiesto la necesidad de una coordinación con provincias y municipios en dos sentidos. Por un lado, para evitar que se produzcan incrementos en alícuotas provinciales y tasas municipales que terminan neutralizando parte de la ganancia de competitividad buscada sobre la producción. Por otro lado, para procurar que la mejora en los ingresos de las jurisdicciones subnacionales derivada de la menor carga de retenciones se traduzca en una reducción de tributos locales”, opina Artusso.
Y cierra: “Sin un esquema articulado de políticas tributarias entre los distintos niveles de gobierno, la capacidad de la medida para inducir mayor inversión y producción queda sustancialmente acotada”.

