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El efecto benéfico de las tareas rurales en los chicos especiales

El Programa Pro Huerta, una alternativa con fines terapéuticos acompañado de mucho amor, trabajo y dedicación en la localidad bonaerense de Tres Arroyos

El Programa Pro Huerta, una alternativa con fines terapéuticos acompañado de mucho amor, trabajo y dedicación en la localidad bonaerense de Tres Arroyos
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Por Infocampo

La doctora Silvina González es titular del Centro de Día “Caminemos Juntos” en la localidad de Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires. Todos los días concurren al lugar personas con deficiencias mentales que cuidan su propia huerta y aprenden a vivir en sociedad rodeados por la naturaleza.

¿Cuáles son las actividades que hacen en el Centro?

-En el Centro, tenemos una huerta orgánica con el asesoramiento del INTA bajo el Programa Pro Huerta. La gran diferencia es que la finalidad es no solamente el consumo sino que nuestro principal objetivo es terapéutico. Los chicos aprenden hábitos de responsabilidad y de de paciencia, tienen que esperar que crezcan las plantas, aprenden a cuidar los seres vivos, también mandamos parte de la producción a sus casas para que los papás vean que los chicos pueden hacer cosas.

¿Cuántas personas hay en el centro y qué deficiencias que tienen?

-Ahora hay 21 chicos, yo les llamo chicos pero hay de todas las edades, el más grande tiene 55 años y el más chico 11, lo que se mide es la edad mental que va de entre los 3 a los 6 años. El denominador común son chicos retrasados metales, moderados y severos, esto es toda una novedad porque el trabajo de Pro Huerta se hace sólo con retrasados mentales leves. También hay chicos que están en sillas de ruedas, con psicosis, parálisis cerebral, tenemos un montón de patologías asociadas.

¿Cuáles son los cambios que notó por el contacto con la naturaleza?

-Para los chicos ha sido realmente muy satisfactorio, empezamos sólo con una huerta y ahora también hacemos jardinería a raíz de su entusiasmo. Además, hacemos equinoterapia en el Club Hípico de la ciudad. Con respecto al contacto con la naturaleza está comprobado que a cualquier persona le levanta el autoestima, y en este caso aún más porque aprenden muchas cosas que fuera de este ámbito serían imposibles, como el respeto por los seres vivos.

¿Qué siente en lo personal cuando ve que los chicos avanzan tanto?

-Yo los veo cada vez más felices, mas estimulados y cada vez más integrados tanto en la familia como en la comunidad porque van adquiriendo hábitos, el detalle de: “No empujes a tu compañero para sacar el yuyo” hasta “anda a tu casa y decile a tu papá que esto lo hiciste vos”. Nuestro objetivo no es que logren demasiados hábitos, sino lo que tratamos de hacer es que no involucionen. Afortunadamente, no solamente logramos parar el deterioro, también desarrollamos algunas habilidades en chicos que antes no estaban, lo cual es bastante raro por la edad que tienen. En lo personal, al ver todo esto me hace súper feliz. Por suerte estamos muy bien acompañados por el INTA, y por la comunidad de Tres Arroyos, yo los veo a ellos felices, y soy feliz yo también.

¿Tuvo algún caso que fue muy difícil de llevar?

-Todos los casos son difíciles. La estancia en el lugar es la alternativa a la internación en un instituto psiquiátrico. Los primeros meses son terribles para el chico y también para los que están adentro y se ponen celosos. Algunos se quieren escapar, no te hacen caso pero al final terminan cediendo y se integran al grupo.

¿Cómo fueron los principios para usted en el Centro?

-Cuando empecé con esto tenía 28 años, perdí 15 kilos el primer año. Fueron tiempos muy difíciles y de mucho trabajo. En estos tres años dupliqué las instalaciones, antes tenía lugar para 10 chicos, ahora para 21. En este momento estoy muy entusiasmada con el proyecto de construir un hogar de tiempo completo, estoy en la busca de financiamiento, la municipalidad nos donó una hectárea porque en 200 kilómetros a la redonda no hay nada para albergar a las personas que necesitan ser internadas. Ahora la estamos remando con eso, yo soy la cara visible del lugar pero detrás de mí hay mucho trabajo dedicación y amor por estos chicos.

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