Las leguminosas en general y la soja en particular son cultivos cuyas necesidades de nitrógeno son sumamente altas. En términos generales un cultivo de soja puede necesitar por tonelada producida cuatro veces más de este nutriente que un cultivo de maíz. Pero la gran diferencia entre las oleaginosas y los cereales, es que las primeras tienen la habilidad de fijar el Nitrógeno presente en el aire a través de la acción simbiótica de las rizo bacterias. En el caso de la soja en Argentina: Bradyrhizobium Japonicum.
Las tres claves de un buen inoculado
Si bien existen en el suelo razas de bacterias adaptadas, la utilización de productos de alta concentración inicial, pureza de la cepa y calidad del protector son fundamentales para lograr el éxito de la técnica de inoculación. Dado que estamos tratando con productos biológicos, su manejo y almacenaje son fundamentales también en lograr el éxito de la inversión realizada. En este sentido, los puntos clave a evaluar son los siguientes:
¿Cuántos nódulos son y de qué tamaño? Al analizar dichos nódulos, considere la “masa total” de los mismos y no sólo la cantidad. Los medianos y grandes son más eficientes que los pequeños
Ubicación de los nódulos. Observe que los nódulos estén ubicados en la raíz primaria, pues éstos fijan más rápido y prolongadamente el Nitrógeno del aire que los ubicados en las raíces secundarias.
El color es muy importante. Corte transversalmente algunos nódulos y observe el color en su interior. Los nódulos activos, (aquellos que están tomando Nitrógeno del aire y sintetizando sustancias nutritivas para su planta), deberán verse en un tono entre rosado y rojo brillante. Si los nódulos son blancos en su interior, esto significa que no son efectivos, es decir que no están proveyendo nutrientes. O puede que aún no estén lo suficientemente desarrollados. Para discernir si están inmaduros o no son efectivos, realice el mismo control a la semana siguiente. Si el interior del nódulo tiene un color verde o marrón, esto indica que el período de actividad ya ha declinado. Por lo tanto ya no es útil para su planta.
Para que los puntos antes mencionados sean logrados y toda la tecnología aplicada a la elaboración de un inoculante no se pierda se deben observar los puntos que siguen:
El producto no debe ser expuesto al sol.
Debe ser conservado en lugares con temperaturas menores a 28ºC.
Los envases deben mantenerse cerrados hasta su utilización.
Los tratamientos con fungicidas, insecticidas o micronutrientes deben ser realizados en forma previa a la inoculación, realizándose ésta lo más cerca posible del momento de siembra.
En casos que esto no sea posible, debe utilizarse un protector que provea la suficiente nutrición y sirva también de aislante a la bacteria de los productos químicos agregados a la semilla.