Un estudio realizado por investigadores del INTA de Villa María y de la Escuela Superior Integral de Lechería (ESIL) determinó que en esa cuenca lechera cordobesa gran parte del agua utilizada por los tambos ‘provenientes de pozos y perforaciones’ no se encuentra en buenas condiciones sanitarias, lo que hace necesario el continuo monitoreo de este recurso para evitar que el problema se agrave.
‘El escaso control sobre el estado de los recursos hídricos del país ‘especialmente del subsuelo’ no sólo representa un grave problema ambiental; sino que también se transforma en una variable de vital importancia productiva en la actividad tambera’, indicó hoy un comunicado difundido por la Cámara de Productores Lecheros de Córdoba (Caprolec).
‘En tiempos en que la competencia y los márgenes de rentabilidad ajustan duramente los números de los tamberos, el monitoreo del agua utilizada resulta imprescindible para el cuidado de los recursos que se poseen y mejorar la calidad y cantidad de la leche producida’, añadió el comunicado.
El trabajo del INTA Villa María y ESIL (en el cual participaron los técnicos J. Romano, E. Bonadeo, D. Rotondaro, A. Barrenechea, G. Cherubini, J. Ferrero y J. Bertello) señala que ‘un manejo adecuado de los efluentes generados en las instalaciones de ordeñe aparece como un tema pendiente en prácticamente la totalidad de los tambos argentinos’.
Los técnicos analizaron el agua utilizada por veinte establecimientos lecheros de la cuenca de Villa María en distintas épocas del año, extrayendo muestras dos veces por año (invierno y verano) desde 2004 hasta el invierno 2007. Los resultados indicaron que ‘en los tambos de la cuenca lechera de Villa María el agua utilizada en el proceso de ordeñe evidencia características físico-químicas y microbiológicas que no siempre se ajustan a los parámetros exigidos por la normativa vigente tanto en el ámbito nacional como en el internacional.’
Las proporciones generales detectadas en los valores de acidez (pH), salinidad, nitratos y nitritos, así como de algunas bacterias, superaron lo recomendado entre un 15% a un 35% de los casos; además, las concentraciones de sodio y arsénico resultaron ser muy elevadas en muchos de los tambos integrantes de la muestra.
Según el estudio, en la Argentina entre ‘1988 y 2000 el número de tambos se redujo en un 64%, y entre el último año mencionado y 2005, en un 30% más.’ Esta concentración trajo consigo el aumento de vacas por tambo y el incremento de la capacidad instalada, ‘generando un mayor volumen de residuos líquidos y sólidos, los cuales se hallan concentrados en superficies reducidas.’
Tal situación genera un importante peligro para la producción lechera de la zona (y seguramente también de todo el país), ya que la falta de planificación en los procesos de saneamiento de los efluentes estaría determinando la contaminación de las fuentes, pudiendo provocarse un grave ‘espiral de creciente impacto ambiental de los recursos naturales’.

