Para esta campaña de trigo, el aumento en el precio del fosfato monoamónico obliga a los productores a potencializar al máximo las técnicas de fertilización.
En diálogo con Infocampo, el ingeniero Gustavo Ferraris, de Inta Pergamino, destacó que en la campaña anterior, para adquirir un kilo de fosfato monoamónico eran necesarios 4,5 kilos de trigo. “En esta campaña, los valores ascendieron hasta 6,5 kilos; el manejo de la fertilización fosforada es crucial”, explicó.
Los problemas en aplicación de fósforo surgen en el momento de determinar cantidades. Ferraris explicó que los niveles de fertilización responden a un esquema de suficiencia, en donde se busca una respuesta económica: “Con este planteo, no se alcanza a devolver al suelo los nutrientes extraídos por el cultivo”.
En la campaña 2007/2008, el promedio de fertilización en la región pampeana fue, en fosfato monoamónico, de 100 kilos/hectárea. Si en este planteo se contempla la soja de segunda, el promedio sube a 140 kilos/ha.
Para un planteo que contemple rentabilidad económica y recuperación de nutrientes, el promedio por hectárea (en fosfato monoamónico) debe ubicarse entre los 120-130 kilos.
Para aplicar fertilizantes fosforados, el costo por hectárea asciende a u$s1.300. Si se agrega nitrógeno, fósforo y azufre, este costo sube a u$s2.500 la hectárea.
Ferraris señaló que el aporte de fósforo- producto se ubicó en un promedio de 12-15 kilos/ha. “El porcentaje de extracción total, según el rendimiento, fue de
Con estos esquemas de fertilización, el profesional manifestó que en la campaña 2007-2008 los rindes promedio en la zona se ubicaron entre 4.000-4.700 kilos/hectárea, mientras que en soja de segunda fue de
Según explicó Ferraris, para un manejo más eficiente de este recurso debe articularse un proceso en tres etapas.
En primer lugar, previo a la siembra, es necesario conocer el nivel de fósforo en el suelo: “En esta etapa, se debe definir un rendimiento objetivo. En base a esta cifra, se determina la cantidad de fósforo necesaria para esa superficie en particular”, sostuvo.
Reponer los nutrientes extraídos por el cultivo exige aplicar dosis más altas de fertilizantes.
Ferraris señaló que este esquema sólo es compatible con estrategias de campo propio, en donde además de buscar la rentabilidad inmediata, el productor apunta a mantener la fertilidad del suelo. “En campos arrendados es necesario compartir la inversión entre el dueño del campo y quien lo trabaja”.
Por cada
Para este año, el profesional destacó que las expectativas de rendimiento son menores. En la zona norte de la provincia de Buenos Aires, los perfiles no están bien recargados, y se evidencian retrasos en las fechas de siembra. “Además, la relación insumo- producto se ha deteriorado, es probable que se use menos tecnología”, manifestó.
Como segundo paso, el profesional destacó que se debe realizar una evaluación de ambientes. En base a esta información, el productor debe observar si existe en el lote una variabilidad que justifique efectuar un manejo de sitio específico: “En este punto, se puede recurrir a estrategias complementarias, como el uso de promotores de crecimiento”, detalló.
En esta estrategia de fertilización, el último paso es el correcto manejo de sitios específicos y herramientas de agricultura de precisión, que permite reducir las unidades de manejo y efectuar, si fuera necesario, fertilizaciones diferenciadas: “Este procedimiento se desarrolla según el nivel de fósforo del suelo, y según el potencial de rendimiento del cultivo”, agregó.
Otro aspecto que debe tenerse en cuenta son aquellos puntos relacionados con la biología de los suelos. “Los microorganismos pueden ayudar a la solubilización de nutrientes, particularmente el fósforo”, destacó.
Recuperar los nutrientes. Ferraris señaló que esta estrategia de fertilización debe ser complementada con un planteo de manejo en el cultivo y en la rotación, orientado a reponer los niveles de fósforo: “Desde el punto de vista técnico, se debe complementar con aplicaciones que pueden ser al voleo, en cualquier momento del ciclo del cultivo, pero siempre con la intención de recuperar los niveles de fósforo extraídos por el cultivo”, sostuvo el profesional.
Sobre este aspecto, explicó que la respuesta del cultivo para esta campaña estará vinculada con el manejo actual de fertilización, pero también influirá el planteo desarrollado en las campañas anteriores: “El uso de fertilizantes fosforados está relacionado con el manejo efectuado a través del tiempo, es un ingrediente de baja movilidad alta residualidad”, concluyó.