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Por retenciones y caída de las exportaciones, aseguran que ya cerraron 150 frigoríficos

La tendencia comenzó en 2008 y se acentuó en los últimos tres años con la salida de grandes empresas brasileñas. Muchas plantas son cooperativas que operan tres días a la semana y sólo 50 de 200 son rentables.

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Por Infocampo

La suspensión de las exportaciones de carne desde 2006 para bajar los precios en el mercado interno desgastó a un sector que sintió el golpe más fuerte en los últimos seis años. Unas 150 plantas frigoríficas cerraron sus puertas desde 2008 hasta la actualidad, según un informe que publicó Ateneo Carbap, la asociación juvenil de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa.

“Esto implica que unos 17.000 empleados del sector se quedaron sin trabajo en ese período”, especificó Raúl Berrueta, secretario de la asociación. En diálogo con Infobae, aseguró que se produjo “mucho ruido” en 2012 con el cierre en Venado Tuerto de Swift –subsidiaria de la brasileña JBS-, una compañía con 549 empleados. “Luego comenzaron a cerrar los frigoríficos más chicos de 80 a 100 empleados”, agregó.

Marfrig, la tercera procesadora de carne más grande de Brasil después de JBS y Brasil Foods, desembarcó en 2006 con la compra de Argentine Breeders and Packer (AB&P) en Santa Fe. Un año más tarde acordó la adquisición del 70% de Quickfood. En 2011, vendió la empresa que hace los famosos paty a Brasil Foods en un proceso de desinversión para achicar sus operaciones. Y tras meses de conflicto, en agosto del año pasado finalmente cerró el frigorífico Estancias del Sur en Córdoba (que había adquirido en su etapa de expansión) y despidió a 500 empleados.

Ernesto Ambrosetti, economista jefe del Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina (SRA), explicó que las empresas brasileñas salieron a comprar frigoríficos en la Argentina entre 2005 y 2007 al calor de un país que crecía a tasas chinas. A pesar del escenario intervencionista en el sector, estos grandes players estimaron que la situación se iba a revertir. “Como esto no sucedió, pasaron los años, reestructuraron sus operaciones y cerraron sus plantas. No tenían suficiente stock para ser rentables”, dijo a Infobae.

Las primeras plantas que bajaron sus persianas fueron las exportadoras y los números oficiales dejan en evidencia el porqué. Las 200.000 toneladas de carne bovina que se vendieron al mundo en 2014 representan menos de la tercera parte de lo que se exportaba hace 10 años, según los datos del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa). Más tarde comenzaron a cerrar los frigoríficos dedicados al consumo interno.

Atrás quedaron los grandes ingresos de divisas en años récord como 2005, cuando se vendieron 771.000 toneladas y el país se ubicó en el tercer puesto entre los exportadores del mercado mundial. Paso a paso y sin detener el ritmo, el país cayó en el ranking hasta la 13º posición. “Nos pasó Bielorrusia, un país que en superficie entra 13,3 veces en la Argentina”, comparó Ambrosetti.

“De los 200 frigoríficos que hoy están oficialmente inscriptos, sólo 50 trabajan a nivel rentable”, dijo a este medio Silvio Etchehun, secretario General del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Carne y sus derivados del Gran Buenos Aires (Sigcba). Para sostener niveles de rentabilidad, una planta debe faenar más de 6.000 animales en un mes. Hay 96 frigoríficos que no son rentables y 54 que no producen. Otro dato preocupante se suma al contexto actual. “De los 200 frigoríficos, sólo 60 funcionan cinco días a la semana y el resto son cooperativas que operan tres jornadas”, adhirió.

Etchehun había anunciado a fines de diciembre el sorpresivo cierre simultáneo de plantas y la caída de 3.000 contratos temporales. Las empresas que dispusieron la suspensión de las operaciones fueron Gorina, Friar, Arre Beef, Importadora y Exportadora de la Patagonia, Compañía Bernal, Carnes Pampeanas y JBS Argentina.

Según un relevamiento del sindicato al que accedió Infobae, se perdieron 2.500 puestos de trabajo en 2014. Junto a Estancias del Sur, el cierre de la planta de Quickfood en Martínez y del frigorífico Carnes Huinca en Córdoba fueron los de mayor repercusión.

El país exporta sólo el 6% de la producción anual, pero la suspensión de las ventas al mundo que se inició en 2006 con el ex secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, no sólo falló en evitar una disparada de los precios internos, sino que se combinó con otros factores que nublaron aún más el panorama. Un año antes, el ex presidente Néstor Kirchner había subido las retenciones a la carne de un 5% a un 15% para frenar la inflación en los cortes. En algunos períodos, el Gobierno directamente cerró estas exportaciones.

Lejos de ser exitosas, estas decisiones fueron parches que no solucionaron un problema de fondo en la economía argentina: la inflación. A su vez, la política oficial de anclar el tipo de cambio para que una devaluación del peso no se trasladara a los precios generó un retraso cambiario y en consecuencia, las economías regionales perdieron competitividad. “La inflación también produjo un aumento en los costos de producción y desarrolló una fuerte conflictividad gremial”, destacó Ambrosetti.

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