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Un programa impulsa a organizaciones a producir semillas nativas y criollas

Se trata de SemillAR, que impulsa la Secretaría de Agricultura Familiar Campesina Indígena (SAFCI). Los detalles.

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Por Infocampo

Durante el año 2014 se sancionó la Ley 27.118 Reparación Histórica de la Agricultura Familiar,  que aún no se reglamentó, con el objetivo de registrar, producir y abastecer de semillas nativas y criollas a nuestro país a través de la creación de Centros de Producción de Semillas Nativas (CEPROSENA).

En este marco se encuentra SemillAR, un programa que impulsa la Secretaría de Agricultura Familiar Campesina Indígena (SAFCI) para garantizar el libre acceso a las semillas nativas y criollas, así como también fortalecer el trabajo de rescate y multiplicación de la diversidad biológica y cultural local.

Actualmente, esta iniciativa cuenta con más de 500 experiencias a lo largo del país de familias y organizaciones que producen, multiplican y conservan semillas.

En diálogo con la agencia Télam, miembros de la SAFCI ampliaron acerca del plan y sus metas. “Es un programa que aspira a impulsar a organizaciones de la agricultura familiar, a cooperativas, a asociaciones que produzcan semillas nativas y criollas”, informó el coordinador nacional de SemillAR, Alberto Chiavarino.

Por su parte, la asesora de la Secretaría e integrante del equipo coordinador, Verónica Lozano, comentó que el programa surgió para materializar “reclamos históricos de las organizaciones de la agricultura familiar”.

Actualmente, en el país existen diversas experiencias de producción, intercambio y resguardo de semillas, entre los que se resaltan aquellas iniciativas como Casas de Semillas y Ferias de Intercambio, que son espacios de encuentro y formación que se constituyeron como espacios de las comunidades para almacenar, conservar y recuperar sus semillas.

En ese sentido, desde las organizaciones remarcan que la agricultura familiar, campesina e indígena es la principal perjudicada por las variedades nativas y criollas que dejan de ser sembradas o conservadas, lo que se traduce en una sensible pérdida para las comunidades por el rol que cumplen estas especies en la conservación de la biodiversidad y la adaptación a las condiciones ambientales locales.

“Nosotros aspiramos a que de punta a punta de la Argentina todos aquellos productores de semillas, los que hacen intercambios de la semilla, o que tienen una venta a lo mejor no habilitada, puedan dar un paso importante, ir cubriendo un espacio mayor en la producción, en el cuidado y ampliación de la diversidad de semillas”, argumentó Chiavarino.

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Fuente: Télam.

especies vegetales: de la diversidad a la homogeneidad

En esta línea, Chiavarino expresó que “la humanidad concentra en pocas especies la producción y la alimentación: el 80% de la alimentación se basa en ocho o nueve especies del mundo, de las 200 mil especies vegetales que había hace muchísimos años, es decir, se fue concentrando de esta manera; esto es un riesgo muy grande y es una debilidad”.

Como complemento, Lozano detalló que “no sólo se achicó la cantidad de cultivos sino que en cada uno de esos cultivos se perdió variabilidad, son los dos procesos. Fue disminuyendo la cantidad de especies que se utilizan y además, en esas especies, vamos perdiendo variabilidad, y vemos que en esos cultivos en que se termina sustentando gran parte de la alimentación mundial, tienen menos capacidad de adaptación a los cambios”.

Al mismo tiempo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) planteó que la “diversidad de las especies vegetales se ve amenazada por la ‘erosión genética’, un término acuñado por los científicos para referirse a la pérdida de genes individuales o combinaciones de genes, como los que se encuentran en las variedades nativas adaptadas a nivel local”.

Los responsables del programa hallaron como obstáculo que aquellos que se dedican a esta tarea “sienten que están en la ilegalidad. Porque de alguna manera la ley vigente de semillas no permite comercializar semillas, sin registrarse por ejemplo”.

“Esto no es fácil para nadie, entonces lo que pasa es que todo el mundo siente que está haciendo algo que la ley no permite, lo que es falso porque tanto nuestra ley de Agricultura Familiar, como los tratados internacionales que Argentina firmó, buscan revalorizar este rol histórico de las comunidades en la producción de semillas”, concluyó Lozano.