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Darle bolilla a la isoca significa evitar pérdidas

Referentes nacionales en la protección de cultivos referidos a plagas en soja, expusieron -a solicitud de Dupont Agro- sus puntos de vista sobre la historia y evolución de la Isoca Bolillera.

Referentes nacionales en la protección de cultivos referidos a plagas en soja, expusieron -a solicitud de Dupont Agro- sus puntos de vista sobre la historia y evolución de la Isoca Bolillera.

infocampo

Aquellos productores sojeros que en la última campaña no tomaron las medidas oportunas ante el accionar de la Isoca bolillera bien conocen los efectos que tiene la misma sobre la producción.

Se trata de una plaga que volvió a observarse con preocupación en los cultivos desde la campaña 2008/2009, tras dos décadas sin que su presencia tuviera significancia económica. Y la historia volvió a repetirse en el último ciclo agrícola.

Para entender su evolución, Dupont Agro requirió la opinión de especialistas. Uno de ellos es el ingeniero agrónomo Nicolás Iannone, de la Estación Experimental INTA de Pergamino.

Meses atrás, el profesional formuló un pormenorizado relato acerca de los factores que inciden en el desarrollo de la plaga, así como de su relación con las condiciones climáticas, y advirtió sobre la existencia de “poblaciones residuales” de la campaña pasada que seguramente “tendrán su efecto derrame”, con un impacto “al menos moderado” en el cultivo de la próxima campaña.

Recomendó especial consideración para zonas “con cierta densidad de cultivos leguminosas como arveja y fundamentalmente en las que haya cultivos de garbanzo (este año con una siembra significativa de este nuevo cultivo)” ante la presunción de que tales hospedantes de la isoca bolillera favorezcan su desarrollo.

El historial de la “isoca bolillera”

La isoca bolillera fue  una “plaga clave en el cultivo” desde que la soja comenzó a tener fuerte expansión, desde comienzos de los ´70 y hasta mediados de los ´80, a raíz de la gran superficie que había cultivada con lotes de alfalfa, pura y en pasturas perennes.

La alfalfa era una importante hospedera para la plaga y favorecía el desarrollo de sus generaciones durante gran parte del año. Tal situación, inexistente en las últimas décadas, era complementada por otra hospedera cultivada en invierno-primavera como es el cultivo del lino.

“Ese cultivo industrial era muy sembrado en el núcleo pampeano y su  plaga principal era la isoca bolillera. En aquellos años la isoca bolillera –su nombre deriva de su alta preferencia para alimentarse de las bolillas o cápsulas del lino- producía gran impacto en soja como cortadora de tallos y pecíolos, así como por los daños en inflorescencias, vainas y granos”, indico Iannone.

La casi erradicación del cultivo del lino y la drástica disminución de la alfalfa implicó la virtual desaparición de la isoca bolillera como plaga con impacto económico sobre la producción de soja, al punto que esa especie de lepidóptero era desconocida por la mayoría de los productores sojeros argentinos del nuevo siglo.

Hubo dos décadas sin observaciones significativas de adultos lo que reflejaba la muy baja densidad poblacional, que –obviamente- no alcanzaba a  impactar sobre el cultivo.

Pero las condiciones de sequía de la campaña 2008/09 arrojaron picos diarios de alrededor de 1300 individuos al momento de la siembra de soja, llegando a 2400 en enero-febrero, época de comienzos del período reproductivo en soja de primera y de segunda respectivamente.

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