Para la ganadería argentina, el 2025 no fue solamente el año en se inició una “nueva era” que abre grandes oportunidades a nivel mundial.
También fue el período en que la sanidad animal dejó de ser apenas una discusión técnica para convertirse en un asunto estratégico.
Con un Gobierno decidido a “aggiornar” protocolos, una presión creciente de los mercados internacionales y una explosión parasitaria en varias provincias del Litoral, el sector vivió 12 meses de debates intensos, decisiones de impacto económico y la sensación de que había llegado el punto de inflexión: renovar la sanidad o ceder terreno frente a los países vecinos.
La modificación del esquema de vacunación antiaftosa, el avance inédito de la garrapata y la implementación obligatoria de la trazabilidad electrónica configuraron un escenario dinámico, a veces tenso, pero claramente transformador.
En medio de ese proceso, voces como la de Víctor Tonelli aportaron crudeza, diagnóstico y urgencia: “Ya nos hicieron perder un año. Tendríamos que haber estado ya con trazabilidad”, sostuvo en una de las declaraciones más resonantes del año.
REDUCIR COSTOS, SIN PERDER ESTATUS
El anuncio del ministro de Economía, Luis Caputo, fue una de las noticias más fuertes del año: a partir de 2026, la vacunación antiaftosa tendrá cambios estructurales. El principal: en la segunda campaña ya no se vacunarán vaquillonas, novillos y novillitos.
La medida, elaborada junto al Senasa y celebrada por las entidades, busca un ahorro total estimado en 25 millones de dólares para los productores, equivalente a una reducción de 16 millones de dosis.
Caputo lo sintetizó con claridad: “Seguimos trabajando para bajar el costo de la producción en el campo”, asegurando que la inmunidad está garantizada por un año tras la segunda dosis. El Senasa reforzó este punto y recordó que el esquema argentino quedará alineado con Uruguay y Paraguay.
“La fiebre aftosa no se erradica con políticas espasmódicas: se erradica con ciencia”
CRA y la Sociedad Rural respaldaron la medida. “El Gobierno ha escuchado la voz de los productores”, dijo Carlos Castagnani. Ese apoyo fue clave en un contexto donde las discusiones sobre la aftosa venían generando tensiones internas.
Pero la mirada más crítica llegó desde el análisis de Tonelli, quien, sin oponerse al cambio, cuestionó el nivel del debate nacional frente a los avances regionales. Mientras Argentina ajusta protocolos, Brasil y Bolivia ya fueron declarados libres de aftosa sin vacunación por la OMSA y comienzan a abrir las puertas del mercado japonés, un destino premium.
“Seguimos debatiendo el sexo de los ángeles”, lanzó Tonelli. “Hay que tener la cabeza abierta: si hay tecnología, bienvenida sea”, reforzó el asesor ganadero.
Por otro lado, vale recordar que el debate sobre la aftosa estuvo marcado también por una “grieta” política: en marzo, el Gobierno nacional decidió levantar la barrera sanitaria del Río Colorado, que devide al país entre zonas libres de aftosa con vacunación (al norte de ese curso de agua) y libres sin vacunación (en la Patagonia).
La decisión fue fuertemente cuestionada por los gobernadores y ruralistas del sur del país, que la consideran un riesgo sanitario y de pérdida de mercados, algo que se comprobó con un momentáneo cierre de importaciones que realizó Chile.
Por ahora, si bien el Senasa ya no dio marcha atrás con la medida, las gestiones de los ruralistas continúan.
TRAZABILIDAD ELECTRÓNICA: EL QUIEBRE CULTURAL
El otro gran hito sanitario del 2025 fue el desembarco definitivo de la trazabilidad electrónica obligatoria. La medida, resistida por algunos sectores, encontró en muchos productores una defensa técnica más contundente.
Tonelli no dejó lugar a interpretaciones en su pensamiento: “El mundo quiere información precisa, información auditable, y seguir con el papelito a esta altura de la vida atrasa mucho, muchachos”, dijo consultado por nuestro medio.
La demora en la adopción le hizo perder competitividad a la Argentina durante el año. Según el asesor, “ya nos hicieron perder un año”, porque la trazabilidad debía haber arrancado antes.
De todos modos, los productores de cabeza abierta confían en que el piso tecnológico está puesto: la nueva acta digital de vacunación integrada al SIGSA, la aplicación móvil para registros en tiempo real y la llegada de caravanas electrónicas masivas permiten presagiar un 2026 más ordenado y auditable.
La trazabilidad no solo es requisito para exportaciones: también es la llave para programas sanitarios modernos, desde alertas tempranas hasta movimientos ganaderos libres de papelería manual. La Argentina ingresa tarde, pero finalmente ingresa.
GARRAPATA: LA CRISIS SANITARIA SILENCIOSA
Entre Ríos atravesó en los últimos años un retroceso silencioso, pero profundo, en materia sanitaria: la garrapata bovina volvió a instalarse en zonas donde se creía controlada.
“Fue una combinación de clima extremo, urgencias logísticas y controles que inevitablemente se relajaron”, explicó Sergio Dalcol, dirigente de la Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos (FARER) y productor de esa provincia, quien siguió de cerca la evolución del problema durante 2025.
En diálogo con Infocampo, contó que a comienzos de los 2000, la provincia tenía unos 2.000 campos con presencia de garrapata. El trabajo sostenido bajo la gestión de la Fundación FU.CO.FA —un plan incluso más estricto que el nacional— permitió bajar esa cifra a menos de 200.
Pero dos eventos encadenados quebraron esa tendencia: primero, una sequía devastadora en el norte, y luego una creciente extraordinaria en las islas del Delta.
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“La sequía dejó hacienda flaca, sin posibilidad de llevarla al corral. Había animales que directamente no llegaban; tratar era imposible”, recuerda Dalcol. Sin pasto en Corrientes y el litoral, miles de cabezas se movieron hacia el sur, y en ese traslado se flexibilizaron las exigencias sanitarias.
Apenas unos meses después, la creciente obligó a evacuar a contrarreloj todo lo que había sido trasladado a las islas. Con pocas barcazas y urgencia total, los controles también se aflojaron.
Ese combo detonó el avance del parásito. Hoy los registros oficiales vuelven a mostrar entre 1.100 y 1.300 campos afectados, aunque Dalcol advierte que “hay más casos de los que se declaran; la falta de transparencia complica la erradicación”.
La provincia está dividida en tres zonas: norte (endémica), centro (transición) y sur (vigilancia estricta). Allí, cada tropa que ingresa es revisada y basta encontrar una sola garrapata para que el lote completo sea rechazado. El desafío se agrava con los movimientos desde Corrientes, donde el estatus sanitario es distinto, y con los cruces de hacienda cuando bajan los ríos Mocoretá o Huaquiraró.
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Más allá de esta compleja dinámica territorial, Dalcol insiste en que la erradicación es totalmente posible. Pero requiere disciplina productiva: buenos alambrados, personal para juntar el rodeo según el protocolo y análisis de resistencia para elegir la droga adecuada.
UN 2025 BISAGRA: TECNOLOGÍA, APERTURA Y LA NUEVA HOJA DE RUTA
El 2025 fue un año de decisiones difíciles pero necesarias: un nuevo plan antiaftosa, la obligación de trazabilidad digital y la visibilización de la crisis de garrapatas. Tres temas que, juntos, delinean el inicio de una nueva etapa.
La sanidad animal dejó de ser solo prevención. Hoy es competitividad. Es acceso a mercados. Es defensa de la rentabilidad. Y, sobre todo, es la llave para que la ganadería argentina vuelva a ocupar un lugar de liderazgo global.
