Decio Zylbersztajn es un ingeniero agrónomo de la Universidad de San Pablo (Brasil), donde se desempeña como profesor especializado en las relaciones que establecen los actores de los agronegocios.
La semana pasada, como es habitual en su vida académica, estuvo en la Argentina brindando un seminario para los alumnos del Programa de Agronegocios y Alimentos de la UBA, al cual asistió Infocampo y que dio lugar a la siguiente conversación con el profesor.
-¿Cómo piensa que evolucionará la relación entre los actores de los agronegocios?
-Es un tema que hoy todavía es más una pregunta que una respuesta, pero creo que la transparencia va a ser uno de los elementos esenciales de la relación.
-¿Transparencia como acceso a la información de las partes?
-Sí, pero incluso no sólo dentro del agronegocio, sino entre el agro y la sociedad. En Brasil, por ejemplo, existe una cantidad de tabúes respecto de ciertos privilegios que tiene el agricultor. Cada dos años se renegocia la deuda de los productores y quien paga el costo de esa renegociación es la sociedad. Pero el beneficio es apropiado por los productores, especialmente por los más grandes. Otro caso es el encuadre jurídico: una panadería es una empresa, pero un productor no. Son tabúes que en algún momento hay que repensar.
-¿Cómo valora la sociedad a los productores rurales?
-Si interpreté bien el conflicto que ocurrió en la Argentina entre el agro y el Gobierno, creería que hay una compatibilidad ideológica entre la sociedad y el agricultor. En Europa ocurre lo mismo; la sociedad apoya a su productores y como consumidores aceptan pagar más por los alimentos para que el agricultor sea protegido. Pero en mi país (Brasil) creo que esto no es así, que hay una visión negativa. El agricultor es aquel, por ejemplo, que no paga la deuda con el banco o que deforesta. Este es el estereotipo dominante. Por tanto, el liderazgo rural tiene que mirar hacia un futuro más transparente.
-Hablando sobre la relación entre los mismos productores, acá el conflicto agropecuario ha sacado a la luz el tema de los pooles de siembra.
-Sí, en el pasado cuando se hablaba de acción colectiva a nivel de productores, se utilizaba el prisma del cooperativismo. Pero hoy existen muchos productores que no quieren trabajar bajo esa forma y prefieren acciones que pasen por la organización -incluso informal- de un pequeño grupo para finalidades específicas.
-¿Por ejemplo?
-Con el aumento en el precio de los fertilizantes ha habido casos de productores que se unieron para importar ellos directamente en forma conjunta, algunos con éxito y otros no tanto. También hay acciones colectivas en materia de almacenaje. Yo creo que la acción colectiva agrega valor, aunque de todas maneras, y yendo al caso del fertilizante, hay un ímpetu inicial en traer el fertilizante, y posiblemente tengan éxito, pero es difícil pensar que en esto van a ser más eficientes que las grandes empresas. Ese ímpetu es más una respuesta a desbalances en el corto plazo.
-¿Y las cooperativas?
-Ellas deberían darle un servicio a los productores, para que ellos no tengan que hacerlo. Lo que ocurre es que no siempre las cooperativas están bien organizadas y entonces los agricultores no quieren vincularse con ellas.
-Más allá de esto, ¿no es diferente el impacto social entre una asociación formal como la cooperativa y otra informal, como acción colectiva puntual? Hay cooperativas que brindan otros servicios a sus socios, como salud, educación.
-Sin duda. Nosotros hemos estudiado el caso de la mayor cooperativa individual que es la Cooperativa de Campo Morao (Coamo), en el estado de Paraná. Tiene miles de agricultores asociados y su programa social es muy fuerte, trabajando con la familia de los productores, la educación, la salud. La pregunta es si este es un rol de la cooperativa. Yo digo que si está bien organizada, por qué no. Coamo es un caso positivo, pero no sólo por esto.
-¿Qué más caracteriza a Coamo?
-Las cooperativas tienen un tratamiento impositivo diferente. Las cooperativas no tienen ganancias sino excedentes que pueden ser distribuidos a sus miembros. En Brasil, por las dificultades que las cooperativas tienen para atraer capital de inversión, suele ocurrir que los excedentes son retenidos para esa función. En este sentido, Coamo es una excepción, porque todos los años sus productores reciben un cheque por los excedentes, en función del volumen que hayan comercializado con la cooperativa.
-Que por otra parte es la razón de ser de la cooperativa.
-Bueno, usted también puede decir que en vez de distribuir excedente distribuye a sus productores mejores precios para los granos o servicios sociales.
-Las nuevas áreas agrícolas de Brasil ¿se están organizando de la misma forma que lo hicieron las originales?
-La base social es la misma, el productor gaúcho (del sur brasileño) que se va a trabajar a Mato Grosso, Marañao o Bahía. Son productores profesionales y hay dos generaciones de gaúchos que porque no tienen mucha tierra migraron. Si se trata de soja o granos, lo que cambia es la escala. Lo que es interesante es mirar el área pecuaria, pollos y cerdos. Ellos migraron y la industria también se desplazó para el centrooeste del país, pero si usted tiene productores pequeños en el sur, ahora usted tiene que lidiar con productores de 1.000, 2.000 o 3.000 madres en estas nuevas áreas. El contrato es más profesional que en el sur, que es un contrato con la familia, que vive en la propiedad y tiene una relación intensa con la producción. En las nuevas áreas, los productores no viven en el campo sino en la ciudad.
-Ha trascendido que el Congreso brasileño busca una ley especial para regular los contratos en los agronegocios.
-Es un proyecto que está en el Congreso hace tiempo, que genera una discusión muy intensa y que estoy estudiando. Hay grupos en la sociedad que quieren crear una ley especial para regular la relación entre el agro y la industria. A su vez mucha gente se pregunta por qué; se plantea si es que hay una relación especial en este sector, distinto de otros. Ese es el primer debate.
-¿Qué busca esa ley?
-Busca equilibrio en las condiciones, proteger al agricultor. Pero hubo modificaciones intentando introducir en la ley una relación que se parece más a la laboral. Por ejemplo, el productor de pollos con un contrato de integración a la industria, donde los grupos sindicalistas quieren caracterizar esta relación no como contractual sino de trabajo.
Esto puede ser muy peligroso, porque usted cree que mejora el contrato y puede tornarlo inviable.
Por otro lado, estamos viendo el avance de la relación que no pasa por contratos. Por ejemplo, los contratos en caña, donde las asociaciones de productores y de la industria tienen un consejo que negocia los contratos y que se parece más al europeo, interprofesionales.
Javier Preciado Patiño