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Día de la Maquinaria Agrícola

El 12 de diciembre de 1951 la fabricación de maquinaria y repuestos agrícolas, junto a la industria de automotrices, fueron incorporadas al régimen de industrias de “interés nacional”…

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Por Ignacio
Armendáriz

Presidente de AFAT

El  12 de diciembre de 1951 la fabricación de maquinaria y repuestos agrícolas, junto a la industria de automotrices, fueron incorporadas al régimen de industrias de “interés nacional” según el decreto N°25.056. A 67 años de aquel hito todo ha cambiado. La ingeniería moderna junto con el avance en las tecnologías de las maquinarias han modificado a la agricultura transformándola en una industria de eficiencia y producción masiva. Hoy en día la agricultura se desarrolla, en general, con grandes máquinas, en miles de hectáreas. Ese salto en la eficiencia hace que nuestro país tenga en potencia, la capacidad de producir alimentos para 400 millones de personas.

Esa capacidad se ve apuntalada por la diversidad de desarrollos tecnológicos, muchos de ellos provenientes del sector de la maquinaria agrícola. La práctica de la siembra directa fue muy importante a los efectos del desarrollo de la maquinaria.

Los tractores de mayor antigüedad fueron dejando de utilizarse, siendo reemplazados por versiones más modernas, con mayor potencia, mejores prestaciones como sistemas hidráulicos más potentes, mayor nivel de seguridad, etc. Las sembradoras también tuvieron que adaptarse. La renovación giró hacia máquinas más grandes, complejas y eficientes destinadas a satisfacer las necesidades de los productores. El incremento en la productividad producto de las nuevas tecnologías llevó a que hoy se use un tercio del tractor -medido en horas- de lo que se utilizaba hace 30 años.

El rol de las nuevas tecnologías resulta fundamental para obtener mayor eficiencia y mayores rindes.

En Argentina el productor tiene un altísimo nivel de conocimiento. Se actualiza, se capacita, se asocia a organizaciones. Conoce la tecnología que aplica, lo que hace y por qué lo hace. Es un mercado especializado, muy informado que compara marcas y modelos, sumado al aporte de una gran cantidad de profesionales del sector. Sabe que la utilización de buenas máquinas mejora el resultado de su trabajo.

El productor no sólo ve a la máquina como un medio, sino como un compañero de trabajo. El tractor, la cosechadora, no escapan a esa naturaleza pasional de los argentinos. Los fierros son los compañeros que de la mano de las innovaciones les ayudan a ganar productividad. Las marcas gozan de su fidelidad y de su fanatismo. La relación del campo con el tractor es inmediata, es parte inherente de la identidad del hombre de campo. Así lo vemos en cuanta muestra o exposición estamos presentes. El magnetismo que genera la maquinaria agrícola es innegable.

Hace un tiempo nos sorprendimos al leer que se habían contabilizado alrededor de 250 novedades en el mercado de la maquinaria agrícola, incluyendo lanzamientos de nuevos modelos, actualizaciones de versiones existentes y accesorios. Esto demuestra que Argentina, más allá de que tenga un parque en promedio antiguo, es un mercado absolutamente de vanguardia y de gran experiencia en siembra directa.

Ganando eficiencia

La agricultura de hoy necesita una gestión óptima de los recursos para minimizar los costos de operación y generar rentabilidad. Una de las inversiones más importantes en valor, es la de maquinaria agrícola. Entendemos que el productor o el contratista tienen un abanico de inversiones que realizar. Mientras el tractor, la cosechadora, sigan funcionando, ven demorada su renovación. La falta de un crédito regular, previsible, de largo plazo, colabora muchas veces en la postergación de estas decisiones de inversión. Pero aumentar su eficiencia ayuda directamente a reducir costos.

–       La velocidad y eficacia de los nuevos equipos permite producir más en menores tiempos.

–       Se reducen los tiempos de cosecha.

–       Se reducen las paradas por defectos técnicos.

–       Se reduce el gasto en combustible.

–       Las nuevas tecnologías permiten aprovechar más la aplicacion de fitosanitarios, minimizando el desperdicio.

–       De la mano de desarrollos de software, plataformas de manejo de datos, telemetría, posicionamiento satelital, por ejemplo, permiten procesar información para optimizar el trabajo.

–       La conectividad resulta hoy en un salto cualitativo fundamental para la optimización de su uso.

–       Los equipos más modernos son más seguros, lo que produce menos accidentes.

–       La ergonomía de las nuevas máquinas permite que un operador pueda estar mayor cantidad de tiempo en el campo.

–       Hoy contamos con maquinaria casi especializada para el tipo de cosecha.

–       A su vez son más amigables con el medio ambiente ya que producen menores emisiones, permiten utilizar menor cantidad de productos químicos, cuidando el agua y la tierra.

Por otro lado, la capacitación de los operadores es clave para obtener lo mejor de la máquina. Las compañías presentes en nuestro país invierten fuertemente en capacitar no sólo a su gente, sino en agregar valor a través del conocimiento, colaborando en que el productor argentino se mantenga atento a las novedades e innovaciones que incidan positivamente en su tarea. Todas las grandes marcas cuentan con sus centros de capacitación y acompañan con información y servicios postventa a los productores.

En definitiva, en Argentina tenemos innovación y tecnología al nivel de los principales países del mundo. La inversión en cualquier tipo de maquinaria agrícola es recompensada con una mejora en los resultados, mayor velocidad en todos los procesos, mayor precisión en la siembra, rendimiento, ahorro de insumos y de tiempo muy importantes. Los beneficios económicos son visibles desde el primer momento.

Hoy, 67 años después de ser declarada la industria como de interés nacional, nos encontramos frente a una industria al nivel de las mejores del mundo. Estamos cerrando un año complejo, pero con una situación que evaluamos como transitoria. Esperamos un 2019 superador, de la mano de una buena cosecha y en el que el financiamiento que necesita la industria, con tasas y plazos acordes a este tipo de inversión, vaya reapareciendo.