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Hay que reconocer la mejora genética

Obtener una variedad de trigo lleva doce años y es muy fácil perder las regalías.

Obtener una variedad de trigo lleva doce años y es muy fácil perder las regalías.
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Por Infocampo

La historia de una variedad nueva que un productor siembra esta campaña comienza doce o catorce años atrás, cuando un operario del criadero que la obtuvo realizó el tedioso trabajo de quitar las anteras de cada una de las flores del trigo, para iniciar los cruzamientos.

Hans Olsen, un reconocido mejorador de la historia agrícola argentina, decía que para obtener una variedad se necesitan mil cruzamientos iniciales.

Luego de estos cruzamientos, hay que seleccionar los individuos sobresalientes, estabilizarlos (porque al ser un cruzamiento segregan en su descendencia), para luego recién probarlos en distintos ambientes y en condiciones de campo, durante por lo menos tres campañas, y elegir aquellas que aportarán algo mejor para los agricultores.

Todo esto lleva, como dijimos, doce o más años. En el ínterin, los criaderos pagaron sueldos de los investigadores, alquiler de los campos, materiales, etcétera.

En el mercado argentino hay dos tipos de variedades en cuanto a su origen: aquellas que fueron desarrolladas localmente con el esfuerzo que acabamos de mostrar, o aquellas que fueron introducidas desde el exterior, con ese esfuerzo de investigación y desarrollo realizado en los países de origen.

Pero, ¿qué pasa en el mercado semillero argentino? Si la variedad resulta buena, se comienza a multiplicar en forma ilegal y el criadero, que invirtió mucho dinero en esa obtención, apenas si recupera una regalía en las primeras bolsas que vende en el primer año, y algo más en los años posteriores.

Esta semana, visitamos el criadero de la Asociación de Cooperativas Argentinas, pero el sistema es asimilable al que realizan otras empresas radicadas en el país, cuyo producto es mejor tecnología para el agricultor.

Pero lamentablemente existe una gran indisciplina en el mercado de la producción primaria. Se podría decir que hasta ignorancia del efecto que tiene no premiar el trabajo de mejoramiento genética comprando todos los años la semilla que se va a sembrar.

Es como aquellos que bajan música por internet, sin pagar un centavo. ¿De qué va a vivir el artista si todos acceden a su obra sin proporcionale medios de vida? En el negocio semillero, que es eso, un negocio, ocurre exactamente lo mismo.

El click que tiene que hacer el que hace agricultura es cultural. No le va a cambiar el número de su negocio comprar semilla en el mercado legal ni pagar una regalía, en el caso que la reserve. Esa va a ser la mejor forma de ordenar el mercado, para bien de todos.

Javier Preciado Patiño

jpreciado@infocampo.com.ar

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