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Testimonios de la sequía: comenzó a cosechar la soja y el primer lote arrojó solo 1,6 qq/ha

Ocurrió al suroeste del partido de Bragado, en el norte de Buenos Aires, donde los suelos son Clase 1 y en un año normal se logran rendimientos promedio de 50 quintales.

Favio Re
Por Favio
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El partido de Bragado, en el norte de la provincia de Buenos Aires, es una de las zonas más productivas del país: los suelos allí son Clase 1; es decir, que prácticamente no tienen limitantes productivas.

Por ello, lo usual en campañas con lluvias y temperaturas normales es que los rendimientos de las sojas de primera se ubiquen en torno a los 50 quintales por hectárea (qq/ha)

Pero si hay algo que no fue normal, sino completamente lo contrario, en el ciclo agrícola 2022/23, fue el clima: una de las sequías más grandes de la historia, con daños potenciados por un récord de olas de calor e incluso una helada súper temprana, han configurado un escenario catastrófico.

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Alfredo García, un productor y asesor de la zona de Bragado, es un caso testigo al respecto: comenzó a cosechar la soja y el primer lote arrojó apenas 1,6 qq/ha.

EL DERRUMBE DE LA SOJA

García compartió su experiencia a través de la red social Twitter, donde se encontró con numerosos comentarios de otros productores y usuarios en general que no podían creer la cifra con la que finalmente cerró la cosecha de ese lote, de unas 30 hectáreas.

Sucede que tan magro rendimiento ni siquiera logra cubrir los costos de llevar la cosechadora y hacerla funcionar, sin contar que seguramente también tendrá mermas de calidad que afectarán su precio comercial.

En diálogo con Infocampo, García relató que es una variedad de Grupo 4 que se implantó el 27 de octubre, sin cultivo de invierno antecesor (es decir, soja de primera).

Durante el ciclo de cultivo, el lote recibió unos 210 milímetros y hasta febrero se presagiaba un escenario de merma en los rindes, pero no semejante desplome.

“A pesar de la poca lluvia, esta soja había optimizado el agua, crecido y desarrollado de una manera bastante buena y esperábamos que anduviera en 30 a 35 quintales. Pero a mediados de febrero la ola de calor extrema, con 40 grados, combinados con viento norte y solo 16% de humedad ambiental, aceleró la tasa de deterioro. Los cultivos necesitaron humedad del suelo que no tenían y quedaron abatidos”, relató García.

Y agregó: “Después de este fenómeno, fue una espiral expansiva, se desvanecieron por completo”.

“UNA COSA DE LOCOS”

Aún con todos estos contratiempos, García señaló que cuando iniciaron la cosecha el miércoles pasado, la expectativa que tenía era de un rendimiento de entre 7 y 8 quintales, y no estos 1,68 quintales que terminó arrojando el lote.

Es una cosa de locos, algo nunca visto”, graficó.

Agronómicamente, opinó que el problema fue que el golpe de calor frenó el llenado de granos, y por eso el volumen de estos quedó demasiado pequeño.

“Si uno veía la altura de las plantas, era normal, por eso no era tan descabellado cosecharlas. Pero el tamaño de los granos estuvo muy por debajo de lo que incluso nosotros pensábamos”, reconoció.

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Allí es que el problema no solo es la cantidad, sino la calidad. “La mayoría de los lotes, además de rendir menos, van a tener una merma muy importante en el valor comercial, porque al no madurar bien en la parte enzimática quedaron en lo que se conoce como ‘grano verde”, con menos contenido de aceite, y así tendrán descuentos de precio”, lamentó.

En el resto de los lotes que restan cosecharse, García todavía es optimista en que se puedan lograr entre 10 y 15 qq/ha, aunque insistió en que eso significaría un 70% menos que los rindes promedio.

“Es incierto el tamaño de grano, porque al cortarse el llenado no sabemos determinar cuál va a ser el valor final. Lo que está claro es que soja de primera se va a perder por lo menos 70% con relación a los valores promedio; en planteos de segunda no quedó nada, las pérdidas son del 100%; en maíz tardío estimamos una baja de productividad del 50%; y el trigo ya rindió 70% menos también”, enumeró.

En el global de la cosecha de todos los granos para el norte de Buenos Aires, el volumen se achicaría un 70%, en una zona, como se mencionó, que es una de las más productivas del país.

LA FINA, EN PELIGRO

Consultado al respecto sobre qué pasará con la siembra fina, celebró los milímetros caídos en las últimas horas, pero subrayó que el déficit hídrico es tan grande, que es difícil pensar en implantar un cultivo de invierno.

Los dos primeros metros de suelo están completamente secos. En promedio, para humedecer bien, cada 1,5 centímetros de suelo se necesita un milímetro, por lo que para tener agua al menos hasta el metro y medio necesitamos 225 milímetros. Y teniendo en cuenta que hay evaporación, deberían ser 300. Ni hablar si queremos que ascienda la napa”, calculó García.

Salvo un evento de lluvias realmente extraordinario, es una cifra difícil de concretar, por lo que lo más probable es que gran parte de los lotes queden en barbecho hasta la llegada de las siembras estivales.

“Hay que recordar además que el año pasado la paliza que sufrimos en la fina fue muy importante, fue muy alto el fracaso con el trigo y la cebada”, agregó.

Asimismo, incide el factor económico. “Tras esta mala cosecha, la gente va a quedar muy golpeada, porque perdió mucho capital corriente, y probablemente no se arriesgue a un doble cultivo y buscará optimizar los pocos recursos que le quedaron, yendo directamente a la soja”, opinó.

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