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La demanda de alimentos exigirá trazabilidad, bajo impacto ambiental y disminución de los desperdicios

Desde el INTA señalan que los jovenes impulsan un cambio donde los alimentos saludables y amigables con el ambiente dejarán de ser un nicho de mercado para convertirse en un requisito a todas las cadenas productivas.

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Por Infocampo

El reporte de febrero de 2018 de la encuesta de demanda de alimentos que elabora la Universidad del Estado de Oklahoma para analizar las preferencias de los consumidores mes a mes mostró que los consumidores ubican en segundo motivo de elección la característica “natural” de los alimentos, la cual esta compuesta por bienestar animal, la conveniencia y el origen.  En primer orden siguen priorizando el gusto, la seguridad, el precio, el contenido nutricional y la apariencia pero la apreciación de lo “natural” en segundo orden de importancia, sobre todo en los jóvenes, indica que la producción de alimentos deberá dar un giro para satisfacer esa demanda.

“Las decisiones relativas al consumo de alimentos se están volviendo cada vez más complejas y sofisticadas. Si bien el precio, la seguridad en el consumo y el gusto siguen siendo drivers fundamentales, temas como la transparencia en la cadena de valor, la equidad en la distribución de los beneficios al interior de las cadenas, el impacto ambiental, el bienestar animal, el origen del producto, la medida en que un producto es ‘natural’, nutritivo y saludable, entre otros aspectos, están ganando mayor peso en la toma de decisiones referidas al consumo de alimentos” señaló a INTA informa Diego Gauna-Director del Instituto de Prospectiva y Políticas Públicas del INTA.

“No sólo se mira el alimento por su valor nutricional en sí mismo, sino que además se consideran otros factores a la hora de la elección vinculados con el ambiente, la procedencia y la disminución de los desperdicios” apuntó Andrea Rochaix, coordinadora del grupo de trabajo de Comunicación y Educación de la Sociedad Argentina de Nutrición.

“Una lectura más detallada de la encuesta de Ocklahoma muestra que no existen diferencias significativas por grupo etario en relación con la priorización de primer orden (gusto, seguridad y precio), como se observan entre los factores de segundo orden. Los ‘millenials’ otorgan una mayor importancia relativa a si el producto es ‘natural’, al impacto ambiental y al bienestar animal en comparación con las generaciones más adultas” señaló Gauna.

En el futuro próximo, la búsqueda de alimentos será cada vez más exigente”, comentó Rochaix. Los especialistas estiman que este giro de percepción, interpretación y comportamiento en el abordaje del consumo de alimentos que emergió con fuerza a principios del siglo XXI, en el marco de una tendencia global, se profundizará de la mano de generaciones jóvenes.

La producción de alimentos con atributos saludables y amigables con el ambiente dejará de ser un nicho de mercado para convertirse en una parte esencial de la estrategia a lo largo de toda la cadena de valor”, sostuvo Gauna. La fragmentación y la evolución en las preferencias de los consumidores generan nuevos desafíos y oportunidades para la industria alimentarias e, independientemente del tipo de mercado que se quiera atender, la sostenibilidad tiende a constituirse en el eje central de la producción de alimentos.

En el contexto actual de apertura de mercados internacionales, más allá de la recuperación de los tradicionales, “el desarrollo de alimentos premium y orgánicos tienen un alto potencial, así como aquellos que minimicen las huellas hídrica y de carbono en sus procesos de producción”, explicó Gauna.

La trazabilidad de los procesos de producción resulta un aspecto clave para incrementar la transparencia de la cadena y garantizar la inocuidad de los alimentos. De igual modo, la adopción de buenas prácticas agrícolas que procuren un uso más eficiente de los insumos y reduzcan el impacto ambiental son los desafíos mas importantes que presenta el eslabón productor.

La información fehaciente sobre composición y calidad de alimentos es condición imprescindible para que exista consumo responsable. Esto implica, del lado de la oferta, poner a disposición datos verídicos y, del lado de la demanda, tener una actitud proactiva para realizar una interpretación adecuada de aquello que lee, oye o ve.

“Hace falta educación alimentaria fiable y basada en la evidencia científica que permita complejizar algunas ideas que se instalan”, expresó Rochaix, quien resaltó el rol de espacios como escuelas y supermercados para que, desde sus lugares, trabajen por la valoración de los alimentos.