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Santa Lucía, el paraje de los 66 aljibes

Con el apoyo y la tecnología del INTA, en esta localidad santafesina se implementó la cosecha y almacenamiento domiciliario de agua de lluvia para consumo humano.

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Por Infocampo

Hace 24 años, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) designó al 22 de marzo como el Día Mundial del Agua, a fin de destacar la función esencial de este recurso natural y propiciar mejoras para que la población pueda acceder a este derecho humano y vital. A pesar de su importancia, aún hoy 1 de cada 8 personas en el mundo no tiene acceso.

Este es el caso de la localidad santafesina de Santa Lucía donde la disponibilidad del agua no es un tema sencillo: “En este pueblo no contamos con agua dulce en las vertientes y dependemos del abastecimiento de los camiones de cisterna de la municipalidad que, en épocas de mayor demanda, no da abasto”, detalló Carlos Romero, un vecino del pueblo.

Así es que, como resultado del trabajo interdisciplinario del INTA con las organizaciones locales, se construyeron 66 aljibes domiciliarios, que permiten a las familias la cosecha y almacenamiento de agua de lluvia para consumo humano.

Mario Basán Nickisch, especialista en recursos hídricos del INTA Reconquista –Santa Fe–, destacó el trabajo realizado y explicó que estos sistemas de captación, cosecha y almacenamiento de agua aseguran a la comunidad las cantidades y calidades que necesitan esencialmente para el consumo humano.

“La gestión y organización de los sistemas hídricos del paraje fue comunitaria”, aseguró. En este sentido, detalló que “estos sistemas son familiares, hechos a demanda, en función del número de integrantes de cada grupo” y agregó que, como “son responsables de la operación y mantenimiento de sus aljibes, fueron capacitados para utilizarlos y tratar el agua para que sea segura para consumo humano”.

Para Romero, esta tecnología implementada por el INTA es un adelanto y una innovación para Santa Lucía: “Ahora podemos resolver todos los problemas que nos significaba la falta de agua potable y dulce”, detalló.

Por su parte, Horacio Moschen, integrante de la Fundación para el Desarrollo en Justicia y Paz (Fundapaz), subrayó la colaboración entre el INTA, las organizaciones y la comunidad: “Cada uno aportó sus capacidades y experiencia desde lo social, lo técnico y desde lo político para ejecutar este proyecto”.

Los aljibes fueron construidos por los habitantes, de mampostería, con bases y tapa de hormigón armado y paredes de ladrillo cocido. Están revestidos con cemento e hidrófugo, así como los filtros de arena que se arman sobre sus tapas, para almacenar el agua limpia. “Eso hace que sean estructuras muy sólidas en lo que hace a la resistencia y a la vida útil”, explicó Basán Nickisch.

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