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El campo en el Congreso: atajando penales

El sector tiene temas para ocuparse: aplicaciones, maltrato animal, semillas y medio ambiente. La representatividad es un tema aún pendiente.

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Por Fundación
Barbechando

Organización No Gubernamental de productores y profesionales que trabajan en acercar el sector al poder legislativo nacional.

Después de 2008 y con el voto “no positivo” de Julio Cobos, el Congreso de la Nación se volvió un espacio fundamental donde el agro debía estar. Impedir un aumento en las retenciones a la soja llevó a la participación activa del sector, que hasta logró tener 11 agrodiputados. Hoy la agenda es menos reactiva, pero el agro tiene temas para ocuparse: aplicaciones, maltrato animal, semillas y medio ambiente. La representatividad del sector, un tema aún pendiente.

El Congreso de la Nación es el espacio donde los representantes de los distintos sectores de la sociedad negocian todo tipo de temas, especialmente de intereses. Pero como dice un senador estadounidense: “Si no estás sentado en la mesa, sos parte del menú”. Y si sos apetitoso, más aún.

La presencia del agro en el Congreso es fundamental para adelantarse, alertar e influir en los temas que lo afectan. Pero además, para aprovechar el paso de los legisladores por el recinto: los diputados y senadores son políticos en una etapa legislativa, por eso es necesario tomar contacto con los que el día de mañana puedan ser ministros, intendentes, gobernadores, y hasta presidentes.

En lo que va del 2019, el Congreso de la Nación aprobó apenas nueve normas y sancionó la menor cantidad de leyes en comparación con los últimos siete años. Sin embargo, el agro trajo buenas noticias: hubo sanciones para declarar la emergencia de los productores de peras y manzanas; media sanción para declarar la emergencia para la cadena de los cítricos, para el proyecto de ley de warrants y para la modificación de las multas de la ley de envases.

Ningún proyecto sancionado se traduce en un punto de inflexión para el sector. Sin embargo, y si tomamos en cuenta años anteriores, donde el agro no alcanzaba más de dos dictámenes y una media sanción, este año fue por demás provechoso.

Para lo que resta del año y parte del 2020, el agro tiene agenda para largo:

Ley de semillas: el proyecto que establece el pago por uso propio, que a fin de 2018 alcanzó dictamen, no logró ser considerado en sesión y si no se trata antes de fin de año, una vez más, pierde estado parlamentario.

Aplicaciones: comenzó a debatirse el tema en Senado, recibiendo expositores del sector agropecuario y ambiental. Mientras tanto, se esperan novedades del anteproyecto de aplicaciones, en el que está trabajando el gobierno, luego del anuncio del documento interministerial.

Presupuesto Nacional: a mediados de septiembre ingresa oficialmente el proyecto, aunque ya se recibió un adelanto. En 2018, el agro logró modificar el artículo que permitía al Poder Ejecutivo aumentar retenciones hasta un 33%.

Maltrato animal: luego del dictamen que modifica la Ley vigente, los diputados tienen pendiente la sanción que aumenta las penas por malos tratos y crueldad, además de tipificar nuevas figuras.

Código Penal: el proyecto, que abarca un sinfín de cuestiones, entre ellas un capítulo ambiental, tiene pendiente el inicio del debate en Senado.

Hasta el momento, el sector mantiene una actitud más reactiva: el Congreso plantea los temas y el sector da respuesta. Resta alcanzar una etapa propositiva, donde el agro pueda plantear e impulsar su propia agenda. Por eso, en otro año electoral, el campo vuelve a considerar la necesidad de contar con legisladores dispuestos a defender sus intereses.

Para ello, es imprescindible que el campo sea activo y aumente su presencia en el Congreso: conocer a sus representantes, saber cuáles son sus competencias y qué rol juegan en términos políticos es fundamental para influenciar y evitar una legislación adversa o desaprovechar las oportunidades de impulsar una legislación favorable.