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Cultivos de servicios multiespecie: si manejar los monoespecie tiene sus bemoles, lidiar con más de uno puede ser complejo

Te contamos por qué ameritan el esfuerzo. Uno de los temas del XXVIII Congreso Aapresid.

cultivos multiespecie aapresid
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Por Aapresid

Organización no Gubernamental sin fines de lucro, integrada por una red de productores agropecuarios que adoptaron e impulsaron la difusión de la siembra directa

Según Gervasio Piñerio (FAUBA-CONICET), experto de la Red de Cultivos de Servicios (CS) de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), los multiespecie “toman cada vez más fuerza, y detrás de esto yace un concepto que en ecología denominamos ‘complementariedad de nicho’: cuanta más diversidad de especies, mayor es la capacidad de explorar y aprovechar distintos recursos”.

En esa complementación está la fuerza de los multiespecie, que se expresa con más biomasa, mejor competencia con malezas y variedad de raíces, fundamentales para alimentar al suelo con una dieta equilibrada. También permite sinergizar servicios: se puede apostar a fijar N y al mismo tiempo combatir enfermedades de suelo.

Para Martin Goujon, productor de la Regional Aapresid Saenz Peña, el multiespecie aporta la variedad de raíces que necesita para mejorar la porosidad en suelos densificados, un problema en la zona. A esto suma la seguridad de logro: “Con varias especies nos aseguramos que al menos alguna prospere. Me tocó sembrar un CS de avena y centeno sobre maíz, pero las lluvias los ahogaron. El CS se salvó gracias al banco de semillas de melilotus, que prospera en anegamiento”.

Pero aunque las ventajas son muchas, no estamos acostumbrados a planificar el manejo de muchas especies. Piñeiro reconoce que “como en todo planteo complejo, las recetas no sirven. Pero lo cierto es que todavía falta información para empezar a entender estas herramientas. En esa línea, el conocimiento generado por la Red de CS Aapresid-BASF – que acaba de publicar su último informe – es un insumo clave”.

Para Martín Liggera uno de los puntos críticos es la siembra: “Tenemos distintos tamaños de semillas, lo que puede producir estratificación en la sembradora y distribuciones heterogéneas”. Otro de los desafíos es encontrar la proporción adecuada de especies en función de objetivos y cultivo sucesor, así como acoplar los ciclos haciendo coincidir los momentos de secado. “En un CS de melilotus + avena, la diferencia de crecimiento hizo que mientras esperábamos que la leguminosa produjera biomasa, la gramínea semilló. Esto puede ser un problema”, cuenta Goujón.

Las claves del éxito

Más allá de los contratiempos, Piñeiro señala algunas claves para un CS multiespecie exitoso. “Lo primero es elegir los servicios ecosistémicos a priorizar. Luego buscar la sinergia entre especies, es decir, que no sean demasiado parecidas. Por eso es clave informarse – siempre que se pueda- sobre qué aporta cada especie, atributos y rasgos principales”, indica.

Goujón pone el foco en la distribución espacial. “La idea es encontrar proporciones similares de cada especie por unidad de superficie. Acá no sólo es importante las especies que elijo sino también la calidad de semilla y posible dormancia, para evitar emergencias desparejas”, detalla. A esto, Liggera agrega la necesidad de nutrición balanceada y el co-inoculado, incluyendo el uso de promotores de crecimiento.

Para elegir la mejor mezcla según el ambiente, Piñeiro repite que la escasez de datos complica el asunto: “Conocer los recursos que ofrece ese ambiente (agua, luz, nutrientes) ya es un paso. Pero acceder a información sobre cómo se comportan las especies en cada ambiente puede ser difícil”. Una estrategia es sembrar 15-20 especies, que si bien conlleva costos y dificultad de manejo, nos asegura cierta estabilidad.

¿Multiespecie sí, multiespecie no?

Todo indica que los cultivos multiespecie llegan para quedarse. Pero Piñeiro advierte que, en algunos casos, conviene seguir optando por los CS puros. “Un ejemplo es la siembra de maíz sobre CS en verde, donde conviene apostar todo a una leguminosa pura que potencie al máximo la gramínea”, remarca.

Para Goujón, es la mejor alternativa siempre y cuando el semillado del CS no sea un problema. “Hay que pensar hacia adelante en la campaña. Si voy a trigo o girasol, un multiespecie que semilla puede convertirse en maleza. Tampoco es lo mejor en planteos mixtos donde puede ser difícil decidir cuándo entrar a pastorear, o donde la selectividad en el consumo puede alterar la mezcla”.

Los CS multiespecie tendrán un espacio exclusivo en el Congreso de Aapresid del próximo 18 de agosto, contando la presencia de Steve Groff, pionero mundial en CS y Chad Lee, de la Universidad de Kentucky. También con expertos nacionales como Gervasio Piñeiro, Priscila Pinto (IFEVA) y Tomás Della Chiesa (CONICET).

Las otras Redes temáticas de Aapresid, que generan información regional en cultivos como maíz y soja, contarán con la presencia de expertos como Anibal Cerrudo , Carlos Simón, Gerardo Quintana y Lucas Borras.